jueves, 28 de marzo de 2013

Bañadera de carne nerviosa


 Don Franco, hombre que está a punto de llegar al medio siglo descansa en un sillón, por fin sentando, hace lo primero que se le viene a la cabeza, revisar un poco los medios: hojear el diario y otro poco del televisor, y pronto para enganchar el partido, superclásico, superdesganado, pero hasta apretar un botoncito para pasar a mirar alguna película (igual de superclásica) lo iba a cansar más. Empieza a descargar esos relapsos infinitos en su vida.
   -Voy a llevar a los nenes al médico, ya volvemos.- Le dijo su mujer antes de pasar por la puerta.
    Apenas hizo un poco de fuerza para escuchar como arrancaba el auto y ella se iba alejando con sus dos hijos. Ahí está, la privacidad, un poco de soltura para ver que hace consigo mismo. Hace tiempo al mayor le habían hecho unos estudios que lo condenaban con diabetes. Pobre pibe, puesto ante el especialista como otro producto vencido. El supervisor que lo sacaba por un rato de las góndolas y tachaba la fecha por otra, cuanta carne que da guita y tan seguro de que esa carne está a su disposición con un poco de insulinas truchas. Al diabetólogo entonces, el único idiota en esta ciudad es un tal Millanir, supervisor de productos altos en glucosa, pajero creído desde hace años, y al hijo de Franco le van a dar cualquier cosa. Que mal, pobrecita su alma... Esperemos que se cuide.
    Seguro que Don Franco lo dedujo a esto, pero no estaba en condiciones de entrar en la desesperación, de ser posible esperaba que ir a lo de ese viejo no saliese tan caro. Pero hay que dejar todos esos temas en la desidia. Porque se los van a estampar en la cara apenas volviesen todos sus conocidos, acotando cada uno su inestabilidad y miedos de morir o de querer morir. Punto y aparte para eso, ahora queda descansar, no me jodan ustedes con sus tormentas de sombras, déjenme descansar y luego hablemos, por eso es mejor descansar todo el tiempo posible para ralentizar el diálogo, y es que por fin no hay tanto ruido, ¿para qué hablar? En un sillón y esperando a que comience el partido él podría encontrarse con aquellas pasiones ancestrales que se fueron empobreciendo con el tiempo. Pero este hombre no se sentía muy a gusto esperando, estaba incomodo desde la hora del almuerzo, por tener que comer el estofado que le hizo la señora y sentir los nervios de la carne. No era acidez, ni siquiera estaba bufando por comer de más, era otra sensación muy diferente, directo desde la carne, de los nervios de la carne que primero fue masticada y que por los dientes fue resonando por todo el cuerpo de Don Franco. Le hizo darse cuenta de algo que portaba en su cuerpo un tanto avejentado pero no destruido, cuán ciego y cómo es que justo el sabor del estofado al que jamás se acostumbro lo estaban haciendo consciente de una molestia. Pero no sabía exactamente qué es lo que padecía, mixtura de una perdida de la pasión, y apaga la tele para no saber más quien va a ganar, se entera después, sumar a esa molestia desconocida reconocida, ahora el deporte televisado lo deja tan hecho polvo como si él hubiese jugando durante todo el partido. Mejor aprovechar que está solo y se relaja en la ducha.
    No era enfermedad, porque si lo fuera hubiese tenido que ir a algún especialista, nada de diabetólogos, cancerólogos, urólogos, psicólogos, cardiólogos, mil patólogos y que ninguno le sirva, no quería nada de eso. Era una obsolencia incrustada muy fuerte en los nervios, como medida preventiva (oh, y acá guarda 
señor, tenga cuidado, tenga cuidado, tenga cuidado, efectividad y otros complementos secundarios no comprobados) decide que el agua a lo sumo lo afloja de la carne nerviosa. Así que no demora en entrar al baño, sacarse las ropas tan pesadas y quedar solo en esa pequeña habitación de cerámicas pálidas.
    Reconoce en su cuerpo a todas esas carnes blandas que se fue ganando con los años. Don Franco con 
un aire triste decide no pensar más y entra en la ducha, que ella lave toda la suciedad carnal de los tiempos. No tarda mucho en sentirse muy mal, más pesado que de costumbre, y es que todo lo que llevaba encima ahora estaba siendo succionado por el agua, busca llevárselo también a Franco pero no puede, ahora que todo se ablandó en su cuerpo por culpa de la carne nerviosa, este es su último intento para quitarle todas las fuerzas a Don Franco. Que ya siente que su cuerpo no puede sostenerse, y olvida como pararse. Se sienta en el agua que ahora está más clara por la suciedad y el jabón, y por fin recuerda. Aquello que se había olvidado en lo más profundo de Don Franco ahora estaba en los reflejos de todo el baño iluminado, también explotando con fulgor en todo el cuerpo sensible de este señor. Aquella infancia donde su madre lo estaba bañando (oh, y esos estofados, la única persona en hacerlos bien era ella) pero en una bañadera, qué bien recordaba algo de su infancia tan temprana. Y como puede, Don Franco empieza a chapotear en el agua, meciendo pequeñas olas con sus manos grandes y de piel gruesa, soñando que fuesen permanentes, siente su carne, sus preocupaciones, la alopecia, la adultez, sus casi cincuenta años reducidos a ese momento en la ducha, chapoteando más fuerte en el agua, y comenzando a llorar, a dar sollozos que tratan de llamar a una madre que no está y que ahora no vendrá, queriendo ser el loto en las corrientes de agua, pero apenas siendo carne suelta, siendo mero loto nervioso, siendo loto de carne, Don Franco llora en el recuerdo olvidado y definitivo. En esa ducha que tampoco puede durar otro medio siglo, vuelve a sentirse más solo que nadie. Feliz y triste por acordarse de que era un niño, juega un rato más en el agua, ahora su madre.

Mauro Varela



martes, 19 de marzo de 2013

Parca S.A. y la muerte de todo lo bueno


En la madrugada del jueves, al inicio de uno de los días más calurosos del año. Se había suicidado una chica llamada Analía Gutiérrez. Su familia estaba desconcertada, una joven estudiosa y sociable había acabado con su vida de una forma horrenda. Cortándose hasta dejar los huesos desnudos de sus brazos y piernas. Tenía otros tantos en su cara, pechos, espalda y uno profundo en su cuello. A la policía sólo le resultó llamativo un detalle: la cabeza era un desparramo de pelos mal cortados. La autopsia mostraba que no había ninguna sustancia dentro de su cuerpo. Los amables vecinos del barrio no paraban de soltar los mismos comentarios entre ellos:
-"Oh, era una chica tan joven... tenía toda una vida por delante... siempre saludaba..."
Pero de nada sirve hablar bien de muerto. Ya era otro de los tantos suicidios que iban en el año. Ah... a veces las almas encuentran la paz en la muerte prematura. Pero esta joven no escapaba de la vida, ni de un crimen o un destino. Analía sabía de algo muy grande, sobre una empresa maliciosa como cualquiera. Y ella se encontraba justo ante la entrada de un edificio gigante, la principal sede.
Tuvo que pasar por un extenso vestíbulo, cruzándose con numerosos espíritus que iban en diferentes direcciones. Todo el lugar parecía estar hecho de un material desconocido por ella hasta entonces, todo el edificio era de un uniforme e insípido color turquesa. Para ella, más que insoportable. Por más claro y amigable que fuese, no podía ser el cielo, pero tampoco poseía una maldad tan pestilente y cruda (la verdad, le sorprendía como camuflaron eso bastante bien) como para ser el infierno. Algunos espectros que la guiaron hasta el lugar, que desde lejos era un bloque gigante azulado, habían afirmado que estaban muy cerca del purgatorio. Pero eso era algo de menor importancia. A Analía no le importaban todos los mitos que podían decir estos espectros charlatanes. Solo se la pasaban hablando sin el menor argumento, prefería esperar antes que entrar en dudas con todo lo que decían ellos.
Llegó hasta una recepción y convenció a la atareada secretaria que se encontraba ahí para poder hablar con alguien de un puesto grande. Era un trato irreal comparado a la densidad presentada en empresas humanas. Ella no quería llenar miles de hojas para ver si era una seleccionada, prefería una entrevista antes que un casting podrido. Hablando con un peso pesado ganaba más oportunidades, ella venía a hacer negocios y estaba dispuesta a afrontar lo que sea. Fue solicitada en la oficina de Shimmy Riyalgo.
Ya presuponía que este tipo no sería un empleado cualquiera. Lo confirmó al entrar en su oficina, la misma parecía ocupar todo un piso y estaba equipada con todas las comodidades que desearía un ser humano en vida. El señor Riyalgo estaba sentado en uno de los sillones que se encontraba en el centro de la habitación. Este hombre se podía debatir entre un ángel, un demonio, un fantasma o... un mero empresario humano oportunista puesto ahí por alguna entidad. Era lo más probable ante una cara que engañaba con una sutil plasticidad. ¿No estaba sonando música electrónica  ¿No eran esos sonidos algo tan terreno para obviar el origen de este lugar? Llevaba un esbelto traje del vil color turquesa. Analía seguía muy reacia con ese asunto estético, ¿quien tuviese sus ojos tan mal, tan deteriorados como su gusto para usar ese color en todo el personal de una corporación?
Antes que Analía siguiese cuestionando en sus adentros a todo lo relacionado a ese color burdo, Riyalgo la invitó a tomar asiento en uno de los sillones y comenzó a hablar:
-¡Hola querida! Sentite cómoda. ¿Querés tomar algo? Vos ahorra presentaciones y nombres, ya me notificaron de vos y ahora tenemos que charlar un ratito de ese asuntito. Bueno, ¡que el tiempo no nos demore más! ¿Qué querés tomar?
-Muchas gracias, pero no tengo apetito... Preferiría que nos dispongamos a...
-¡Ay, nena! ¿NO vas a aprovechar que ahora no podes engordar? ¡Y estando tan flaquita te tiene que importar menos! Si querés podemos comer algo, yo total me satisfazgo a cualquier hora. ¿Podes creerlo? ¡Acá no podes engordar! Dale, te sirvo un vasito de agua por las dudas. Ah, ¡vos anda contándome y de mientras busco algo rápido!
La lengua rápida y la actitud distendida de este hombre turquesa había tomado por sorpresa a Analía; aún así no se dejó amedrentar pero se había reservado bastante al hablar. Una cosa  que le había sorprendido es su fluidez al hablar español, en ese lugar acudían almas de todo el mundo; jergas y modismos también los tenía estudiados. No, no era un empleado cualquiera. En cuestiones personales: ella tenía necesidad de comer, y desde que llego se sentía muy anormal. ¿No era un reflejo de su vida humana el sentir hambre? ¿Y el de respirar? No sabía cómo se puede llevar la vida en una dimensión tan nueva como esta. No pudo tomar precauciones; no había información, la misma tenía sus límites. Tampoco sabía cuántos muertos podían haber llegado hasta donde estaba ella o si fueron llevados por la muerte a otros destinos más fantásticos. Por más irreal que pudiese ser la sed ahora, se sentía bien tal como estaba. Su cuerpo tampoco mostraba cortaduras; la piel estaba de nuevo intacta, como al nacer.
Lo que tardó Analía en pensar sobre toda la existencia post-mortem le había bastado a Shimmy para hacer una modesta pizza mozzarella.
-¿Y? ¿No me ibas a contar algo? Ya sé que acá uno puede perder las nociones... ¡Pero vas a tener que apurarte! ¡No sabes la cantidad de personas que tuve que atender ayer!
Pero igual, ¡yo no me agrando y me la banco! Por estar unos puestos arriba de unos seleccionadores imbéciles no significa que no deba atender a unos cuantos. Oh, ¡si! ¡Soy muy generoso y comprensivo! ¿Querés una porción? ¡Dale que se enfría!
-En serio... le agradezco mucho su atención Sr. Riyalgo. Pero ya es tiempo de hablar.
-¡Uy! Bueno, bueno. ¡No te apures ni te presiones! Te escucho negrita, decile a Shimmy qué es lo que te trae por acá.
-Voy a ser clara. Vengo a capitalizar mi muerte y obtener un puesto de trabajo en esta empresa. Desearía saber que requisitos debo cumplir para formar parte, no importa si es un cargo menor, por favor, quisiera quedarme por más tiempo...
Riyalgo dejó la porción de pizza que estaba comiendo en un plato. Se quedó por un momento mirando fijo al suelo, tratando de buscar palabras, justo la ralentización del tiempo le había pegado a él. Había cobrado un poco de seriedad en su personalidad.
-Puedo darte parte de los derechos de comercialización de tu muerte, más no puedo ayudarte con lo otro... Perdoncito, pero eso es complicadísimo... No puedo con eso, nena.
-A pesar del desconocimiento que tengo sobre sus reglas burocráticas en general, tengo entendido que varios de esos fantasmas que deambulan por los pisos bajos son empleados. Eso es fácil de deducir. Ahora, no se sobre sus historias personales ni de sus muertes. ¿Por qué razón no puedo formar parte de esta empresa? ¿Qué poseen ellos para haber sido seleccionados?
-Nena, por supuesto que esto es más que agarrar cualquier pavote y darle laburo. Pero hay acuerdos... hay muchos acuerdos...
-Bien, entonces expliqueme cada uno de ellos.
Shimmy de nuevo había perdido su atmosfera seria y tensa. Volvía a las andadas y -tal vez de forma muy obvia- parecía estar a punto de recitar un discurso. Todos los males para una jovencita curiosa como Analía:
-Ay, negris... me vas a hacer hablar como loro... ¡Igual! ¡Tengo que mantener mis formas! Pero cuando es joda: ¡Joda! Y cuando es serio: ¡Serio! ¡Serio!
El caso es que has tomado a la muerte de la peor forma. Has forzado a la muerte misma.
-¿Cómo?- Analía simulaba sorpresa, pero precisaba en indagar más sobre eso.
-Lo que ocurre es que vos misma apresuraste a tu muerte a términos muy... extremos... Si. Muy extremos. Los acuerdos entre la Muerte misma, entidad principal de esta sociedad, con los medios masivos de comunicación de la Tierra y de los numerosos asociados son estrictos. Acá les hemos dado a los ciudadanos comunes y populachos una oportunidad de beneficiarse con el dolor que causa morirse. Un asesinato y su posterior publicidad benefician tanto a noticieros que buscan conmover a masas ociosas como al muerto en aumentar su fortuna una vez que pasa a mejor. ¡Un privilegio real en poder pasar a mejor vida! Ah, por cierto, los asesinos son en su mayoría cazadores de talentos. Las muertes violentas han hecho que los espíritus tengan mayor difusión mediática  ¡Se cotizan más en casos de violaciones y otros pequeños agregados del matador más demente y loquito! Obvio que hay excepciones, muchos hombres de negocios han comprado muertes de niños cuan acciones en la Bolsa. ¡Esos pobres pendejitos no tienen edad suficiente para meterse en un mundo de autos con un motor grande! ¡No señor!
Mientras hablaba no paraba de hacer ademanes, Analía tomó la palabra un momento:
-Disculpe que lo interrumpa, Sr. Riyalgo. Pero lo que me ha estado contando hasta ahora ya lo sabía. Sé muy bien que los noticieros se pelean por mostrar muertes y llevar muchos casos a términos exagerados. No responde mucho a mi pregunta sobre...
-¡Ay, ya! ¡Sos muy impaciente!- Decía Shimmy de una manera más histérica de lo normal. -¡Ya voy a llegar a eso! Y me voy a tomar también la molestia de corregirte: los noticieros no se pelean por mostrar una muerte. Hay códigos, por más asquerosos que nos resulten a todos. Nosotros primero tenemos que aprobarlo, después damos vía libre para elegir las muertes más notorias. Entre ellos eligen que información van a mostrar, por supuesto que se llega a tergiversar todo eso, pero resulta conveniente para rellenar y que no todos digan lo mismo. Siempre hay mucha variedad. Pero hay tantos casos de mujeres golpeadas que no podemos hacer nada al respecto salvo elegir a la mejor modelo. Una quemada siempre es más tentadora. Pero como ya dije, hay tantas trampas, un ricachón cuanto más mediatico y expuesto estuviese en vida será un mejor producto. ¡Ante una celebridad es un deber tratar de hacerse con los derechos de difusión! ¿Sabes lo que se gana con todas sus obras? Todas las películas de los actores de renombre... Discografías enteras de numerosos músicos... Libros completos... En el mero hecho de rescatar a un muerto del olvido puede subir por un momento su valor. Nosotros no tenemos estrictamente derechos sobre sus obras, sino que al ser de alguien muerto siempre sacamos beneficios en sus biografías, obras póstumas  homenajes, películas estúpidas sobre sus historias estúpidas, documentales, etc. Ah, ¡la cantidad de personas que han muerto en su auge, en su punto de mayor creatividad nos ha enriquecido de formas colosales! No ha importado cuantas emociones sean capaces de darnos, cuantos sean sus ideales artísticos, lo debés saber muy bien, solo funcionan como aparatos de entretenimiento. Nada más, ni nada menos. Y lo siguen siendo. Es seguro que miles ya han caído en el olvido y aquellos de culto sólo le interesen a unos pocos. ¡Ay! ¡Ya nadie se acuerda de los negros jazzeros! Pero seguimos teniendo a nuestros favoritos, esos que mueren a los 27 años, esos que mueren entre excesos; asesinados por fanáticos, por su depresión, por enfermedad; a esos les debemos nuestras mayores riquezas. Oh, y a sus fanáticos también, a esos ignorantes que los desconocen en vida y los realzan cuando ya no están, oh, ¡que ignorantes que son! Y para no aburrirte con mi parla, Analía... ¡Adivina adivinador! ¿Sabes cuantos de estos artistas pelotudos han obtenido beneficios al morir o que incluso han pasado por acá?
-No tengo idea...
-Es la respuesta más obvia: Ninguno.
-Ay, ay, Analía... La vida siempre nos trae sorpresas...- Decía Riyalgo, quejándose.
-No quiero sonar mal... pero usted ha descuidado un poco sus formas... ¿No está sonando ahora un poco grosero ante las muertes de ciertas personas?
Esas palabras le pesaban, era grosero, y no podía disimular mucho más su descontento con Analía, esa joven flaca, de piel morena y que en su visión era tan atrevida. Ella sabía que no podía entrometerse tanto, que ese hombre se iría por las ramas al enumerar sus mafias internas. Pero por ahora solo podía dejarlo hablar, que él mismo se llenase su boca y se regocije.
-¡Disculpame! ¡A veces me emociono tanto cuando hablo! ¡Y eso que he hablado de estas cosas infinidad de veces! ¡He recitado en numerosos idiomas estas palabras! Oh, tantos años... Bien, creo que te he nombrado a que a unos cuantos niños. Violados, asesinados y/o desaparecidos; han sido capaces de conmover, movilizar y concientizar. ¡Espera! ¿Dije concientizar? Bueno, en realidad no se exactamente que cosas pueden concientizar, pero según sus padres crueles y aprovechados concientizan sobre la inseguridad, o una cosa así al hacer numerosas marchas. Aunque un ladrón que mata nos beneficia. Da lo mismo. Ante la prolongación de la busqueda de un desaparecido podemos mantener por un tiempito más a esos casos. Un adulto no es gran cosa, los nenes son lo mejor. ¡Pero es tedioso cuando una patética nena está en pantalla, en los diarios de tirada nacional y en vozarrones radiales por más de un mes! Pero bueno... así es el marketing. A veces se ponen de moda las muertes de ancianos golpeados y es lógico que haya  una mayor demanda. Otra cosa que se han tenido en cuenta son las guerras y las masacres. El suicidio colectivo de Jonestown fue especial, no era una
guerra y pero aun así eran muchos cadáveres. En ese caso no se podía tomar cada muerte en forma individual. Eran aproximadamente unos mil y los empresarios los agarraban por decena. ¡Y por centena inclusive! Es para evitar un exceso de socios, era mejor dejarlos pasar y sin que ellos se den cuenta. Por desgracia se tiene presente que es mejor obrar por nuestros propios bienes. Lo mismo podemos decir de esas torres que se cayeron hace tiempo... Y de las innumerables guerras, en donde corporaciones enteras se llevan en un día millones de muertes, millones en muertes. ¡Ah! ¡Resulta tan triste! ¡Todas esas historias perdidas y no podemos hacer nada! Apenas unas pocas, mientras otras quedan sepultadas para siempre. ¿Nunca te preguntaste cuantas hemos perdido entre dictaduras, genocidios y guerras? Oh, tanta guita derrochada... Y otras perdidas al estar imposibilitados de mostrar algunos crímenes, muchos gobiernos sobornan ante algunos "fallecimientos" de los cuales es mejor no hablar. De eso sólo me puedo callar, soy un hombre que mantiene palabra aún con esos inescrupulosos...
-Yo me concientizo de que si vendo mi muerte puedo sacar partido de la situación... ¿Pero usted no cree que intervenir en el transcurso normal de las almas sea capaz de afectar las brechas entre todos los mundos?
-No pasó nada groso hasta ahora, y si llega a suceder ¿Qué hay con eso? Siempre se puede sacar provecho de otros seres espirituales. Sea cual sea la moneda que nos dejen. Por eso, ¿Qué puede preocupar?
Había pasado casi una hora, la pizza estaba fría, el vaso de agua ya tenía una temperatura ambiente. Analía seguía sin saber porque no era tomada en este lugar, y al parecer, ni siquiera como asociada podría entrar. No quería agotar su tiempo y precisaba ser frontal:
-Lo único que me preocupa es que todavía usted no haya tocado el asunto que me compromete... Todavía no ha dado la razón por la cual no pueda trabajar acá.
-¡Dios! Como me engancho hablando... Y encima me jode tener que hablar con otras quinientas personas más... Bueno, voy a ser breve con lo que ya te iba contando, voy a enganchar tu tema sobre eso mismo y listo. ¿Qué te parece? ¿Algo más para reclamar, querida?
-Lo que usted diga, continue...
-¡Uf! Bueno, creo que vos ya sabes que no todos los noticieros pueden mostrar imágenes demasiado sangrientas. Por un lado están los sensacionalistas y más amarillistas que buscan justamente eso, pero esos tienen el problema de no tener tanta difusión a veces, no mucho rating... Por el otro están los que si tienen un número muy considerable y consistente de seguidores. Muchos de estos todavía no se animan a mostrar imágenes cruentas. ¡Se habla pero no se muestra! ¡Y acordate que no podemos manejar Internet! Ahí no se tiene limites con todo eso, pero se cobran miserias... Y entre tantos fiambres que hay, se pierden los nombres y sólo por una visita no se puede vivir... Es la muerte en un estado casi de prostitución. En donde el suicidio de un hombre solo vale por la cantidad de veces que vieron sus imágenes o su video. El problema del suicidio, aparte de conseguir que uno sea "un héroe , sólo lleva a que uno mismo se exprima y desperdicie todos los beneficios de una muerte bien adquirida. No es que vas a parar a ningún lugar malo como siempre dicen, nada que ver. Pero le estarían ocupando un espacio que podría obtener alguien que esperó pacientemente a la muerte. Ni en una muerte accidental un idiota está salvo de eso. Sabemos que algunos no soportán y se pegan un tiro, pero hay que ser paciente en la vida... ¡Y en la muerte también! No podemos hacer distinciones en cada uno. Salvo que las muertes "concienticen" con la ayuda de familiares o conocidos, algunos han podido salvarse un poco. Hacer ver a los idiotas que está mal drogarse, acosar gente, o de lo que sea; por más que estos familiares no lo sepan, el suicida es ayudado por ellos a no caer en un olvido prematuro. Algo que puedan sacarnos... si, aunque sea muy poco. Respecto a tu caso... No creo que seas la mejor candidata siquiera para estar acá, ninguna hazaña insólita salvo cortes alevosos... No sos la mejor modelo para poner la cara en algún medio, no ante otras postulantes... Aparte mirá el día en que estamos, te suicidaste el jueves... ¿Cierto? Hoy es domingo, hoy nadie le presta atención a las noticias, ya es medio tarde... ¡Y te digo que apenas te mencionaron en los medios! Apenas una nota en unos diarios de tu provincia. Solo eso. Eras sana, no te acosaba nadie, hay hasta huérfanos que consiguen más, pero es por pura suerte. No es tu caso. Vos no tenías ningún problema, ninguno. Aún así te mataste. ¿De que mierda van a "concientizar" tus viejos? ¿O vos consideraste que ellos podrían mantenerse en silencio y continuar con sus vidas? Analía Gutiérrez quedó muda.
Fue un mal procedimiento, una mala coincidencia es que hasta saber de la existencia del lugar fue algo apresurado. No era una fortuna deseada, una que si esperaba. Lo que hizo no fue una locura, no tenía nada de eso. Fue una estupidez, una completa estupidez que se le ocurre a los jovenes con tal de obtener lo fácil y rápido. Ahora pensaba en algo para no poder resignarse, no estaba desesperada, sino exaltada. Indignada con toda esta empresa respondió:
-Esto es un atropello... ¿Qué iba a saber de sus reglas internas? ¿Qué iba a saber de todo esto?
-No hay más que hablar Señorita Gutiérrez. Ya he visto esta escena millones de veces, millones de reclamos. ¡Igualitos!
-No cambia las cosas... no cambia la gran indiferencia que presenta uno al morir... Hasta que uno se golpea con esto, el ser seleccionados: todos los destinos de cada uno. Hasta que se nos paga una vida en metálico... Si es por esto hubiese preferido ir a cualquier lado. Esto está muy mal. ¿Adonde voy a ir ahora? ¿De qué me sirven unos pocos papeles?
-¡Ay, negrita! ¡No te preocupes! Aquellos que se han exprimido a si mismos siempre se les ha ocurrido algo, tal vez puedas ayudar a otros a llegar acá...
-¿Cómo?
Sin mediar más palabras, sin tener en cuenta qué poder se puede ganar en el más allá. Shimmy Riyalgo con un movimiento de su mano desvaneció a Analía. Se esfumó del lugar turquesa hacia la nada misma.
-¡Jum! ¡Y ahora se enfrió todo!- Rezongaba el acaudalado señor de traje turquesa -¡Teodorita! ¡Que venga el que sigue!- Y continuó con su ardua tarea. Esa que se puede deducir que es la de un empleado cualquiera. Obviamente, él era un simple seleccionador.
Analía pudo haber terminado del lado de esos espectros que guían a otros hasta el camino que lleva al bloque turquesa. Ese edificio gigante del cual no muchos pueden estar satisfechos. Y esos espectros sólo pueden dedicarse a afirmar y denegar rumores. Pero nada más que a otros les sirva. Ningún ser puede prestarles atención. Estaba varada en el vacío. Y en el mundo real sus padres tuvieron mucha reserva ante su suicidio. De la poca ganancia que pudo haber sacado Analía Gutiérrez fue de Internet. Pero nada más, no llegó a ser difundida masivamente como Nikki Catsouras o "Tres chicos y un martillo". Sólo se habían encontrado fotos de sus flagelos antes de morir y otras de su autopsia en una página rusa. Los jóvenes dueños de esa página celebraron, habían llegado al número de 5.000 visitas ese mes.

Mauro Varela

lunes, 11 de marzo de 2013

Sarcófagos en combustión (Cadáveres 6#-10#)


Lo importante no es que comprendas, si no que vueles. (Numerado del 1 al 5 para más comodidad)

1) Todos tenemos hogar (Cadáver 6#)
1- Yo no quería volver a casa.

2) Ser la ceniza que alguna vez fue el negro Sol (Cadáver 7#)
2- Siempre es domingo en esta ciudad.

1) No quiero estar nunca más atado a mi pasado, yo quiero ser el ahora y el después, pero no el antes.

2) Algún día llegará, lo sé, ese día no tendrá nombre y arrebatará al domingo su tristeza asquerosa y a los sábados su libertad.

1) Los recuerdos son cajas polvorientas llenas de viejas arañas perfumadas de humedad.

1) Ya nada queda en las memorias, estoy acá para decirte que como no hay nada detrás de mí, puede haber lo que quieras, incluso nada.

1) Con un bisturí abrí el silencio, ¿sabés de que están hechas su entrañas? me preguntaba lo mismo, entonces lo abrí para curiosear, y en él vi mi vida entera. Mi vida eran sus órganos. ¿Entendés? Mi vida. Todo lo que había sido estaba moviéndose ahí dentro.

3) Yo manejo a la desgracia blindada (Cadáver 8#)
3- Baje las escaleras, aún había sabor a sangre en mi boca.

2) Mientras tanto seguiré buscando en las calles un rostro que se parezca al de Pierrot, el payaso.
3) Y aún en mi sangre mi indecencia se seguía coagulando, que escalera interminable...

4) La puerta de Tannhäuser (Cadáver 9#)
4- Te di el número de teléfono de mis angustias, perdona si siempre está ocupada la línea. También te di la dirección de mi antigua casa (ahí es donde guardo mis pies y mi fe), por si alguna vez querés salir a pasear.

5) Presas de la onda de vapor (Cadáver 10#)
5- Cuanta nada llevamos en la lengua hoy. Cuanto abrigo mezquino vemos en otros cuerpos, tanto arropamiento que se burla de nuestra piel.

1) Se vuelve masa viscosa, soy el que va a dejar ese rastro interminable, va a quedar por un millar de caminos, al silencio ancestral lo haremos cemento.

1) Fantasma que en el azur escondés tu existencia, guardaremos tu maldita lengua tubular en el mismo lugar donde la estrella del sur esconde su mierda.

4) ¿Nos cruzaremos algún día fuera de los nervios, la fiebre y la irritación? Retrospectiva, seremos lo que siempre fuimos al salir por ahí y mirar a la gente aplastada, con todas experiencias que nos quedan por contar (gran medicina contra la rutina, y vos, y yo, y las salidas de antes y después).

2) Los días, leyendas que cuentan estas vidas instantáneas, por fin se posan sobre mí, esperando por tantas cosas y me gritan:

5) Idiota, el ciudadano promedio sigue tartamudeando entre todas sus acciones, como si tratase de buscar una palabra para lo que siente o lo que quiere vivir, no sabrá ni sabremos como sentir cosas benévolas.

4) Tengo tantas ganas de verte, pero también tengo ganas de sentir por un rato tu ausencia, para saber que tanto puedo temblar estando separado de tu cuerpo.
Aunque en momentos escurridizos y mágicos como este, me gustaría ser solo ruido, como el que produce el agua de una fuente casi imperceptible por la calina. O sea, quiero sentir nuestras existencias pero también quiero dudar de mí, de vos, del mundo. ¿Somos solo un par de manos llenas de piedras y pasto agitándose?

1) Vaguedad, el futuro ya me ha puesto a correr. Sin sentido, me repito a cada rato lo que voy a hacer con todo lo demás. Irremediable, los dos lados me van a liquidar. ¿Quién sabe si esos hermanos sin ningún cuerpo son iguales y están apoyados?

2) "Sé el candil y sé la mano."

3) Cuando menos lo esperas te encontrás con un gato albino que te susurra tu nombre en su lenguaje gatuno y te recuerda lo triste que son los rieles cuando nadie los cruza.

5) Yo veo sus almitas hambrientas como arañas diminutas que atrapan a su presa, pero no para comerla, sino para inocularle su habilidad de construir telaraña, pero a una escala frenéticamente mayor. Nosotros, como moscas locas y apuradas, dispersamos la red sin saber que a medida que volamos vamos transformando en catacumbas los lugares en los que hemos estado.

1) En mis sueños los que se disipan con el alba somos nosotros, el pueblo. La tiniebla apenas puede sostener esos dientes negros, solo la mano firme del Papa podría sostener tan pestilente dentadura.

4) Te quería preguntar: ¿vos ya te cansaste como yo? Hay que repensar, repensar y repensar. Oh, y pensar que solo necesitamos un paso, una brecha, una periferia para encontrarnos entre los misterios y que eso mismo nos valga todo lo que somos.

3) Descender hasta los pisos oscuros, cada vez con un olor más podrido, pero no repulsivo, todo lo contrario. Y cada tantos más gatos, viles alimañas que recuerdan cada falla entre mi nombre repetido sin paz y relacionado hasta en la madera; pronto parece que me hará caer en el vacío. Bien abajo, en las celdas de arena más sucia que pueden tener los gatos para los que se sienten miserables.

4) El desentendimiento que transitamos servirá para aprender a fabricar mejores hilos que puedan sostener el yo.

2) Los días se vuelven más fantoches, Sábado, el galvanista, dicta cuando soltar las cuerdas para imitar a lo festivo, pero siempre con una mano arriba, para que con toda su fuerza haga de nosotros sus ovejas tristes.

1) "Firmeza". "Firme". Sacándole jugo a lo que somos en los sueños (¿Firmes? ¡Firmes!) Ya estoy tan lejos que ya no hay una casa para mí. Ya hay sueños, mira a mis sueños, arquitecturas oníricas, siendo el nuevo simulacro de vivir.

2) Sumergiré el ojo de mi esencia en las aguas amargas de la rutina. Aprenderé los caminos para luego saber por dónde debo huir.

5) Pronto seremos seres que irán y vendrán, otros por ahí, otros por allá, como dodos idiotas, dodos destructivos, tal vez tengamos suerte y lleguemos a una extinción. Una peor que morir: andar sin alma entre tantas aves sin cabeza.

5) Usaremos trajes de smog y blandiremos bellos parpados cansados para enfrentar los dientes apurados del Sol. Y las agonizantes manchas de café en el alma, se borrarán cuando tu sonrisa golpeé fuerte en mi cabeza. Cristales de la infancia, cristales que debés reducir a polvo.

2) Sábado es Domingo, Miércoles es Domingo, Viernes es Domingo, pero el día nuevo no sale y no creo que ande vivo cuando venga por aquí. El día sin nombre no viene y la esperanza de los días seguirá atormentando.

3) Yo camino porque soy un cobarde, y no me sirve cubrir mi humanidad bajo una sábana absurda y fingir que duermo, fingir que soy uno de ellos. No me bastan ocho horas de muerte. Lo que veo dentro de los sueños es apenas el polvo que recubre la superficie de mis recuerdo. Es la misma película que se reproduce una y otra vez, una película de noventa mil horas, una película que una vez estando muerto entenderás.

4) Reafirmarse en una pasada para salir de este abismo, que ya no sirve la lluvia para regar nuestras vidas si no giramos a mirar las perspectivas, miralas a todas, miralas como siempre habíamos mirado en otro tiempo, en ellas te voy a mirar todas las veces a vos, y vos me vas a mirar todas las veces a mí, todas las veces nos miraremos de diferentes formas. Hasta desconocer incluso si nuestros ojos han mirado, y es que por fin volveremos a ser ciegos en la angustia.

Maximiliano Olivera y Mauro Varela
11/03/2013