miércoles, 30 de octubre de 2013

Insignificancia migrante

Esh teshrrible:
"Incontables cantidades de buques prendidos fuego caen moribundos sobre Naked King y arrasan contra la mitad de la población moribunda de Naked King mientras todos los zorzales metálicos se iban apagando y se queman y dejan los habitantes (de la Naked King Locality) en moribundas moribandadas a la localidad de Naked King, arrasada por los incinerados (y moricidos) buques incinerados...".
Mi memoria pudo contener esa frase descolocada. ¡Medios fétidos! Yo no soy ese buque, ese, ese. Por todas las cosas que detesto ese medio enmarcó mi clímax, mi auge existencial, en una noticia. Impensable catarsis es leerme en ese título desiformante. Fue título, ¿no?

Me olvido de ser un transporte marítimo para ser chatarra celeste, sí, esta en ese odioso medio rugoso mentirles a los habitantes en bolas. A ese diario lo miman mucho, arquitecto moral. Nos dice a estas cascadas de acero que somos el odio, al Rey Desnudo le vendieron odio + rebuscamiento del hombre. Lo van a destrozar anímica + analmente. Analnímicamente. Por nombrar zorzales. ¿Significan algo? Por vigilante. ¿Ese rey es algo? Por decirme vigilante. ¿Yo? ¿Algo? Y decirme incontable sinuoso, a la comprensión no la va a atrapar nadie. Yo, vigilante (de la incongruencia). Re bonito el revoltijo armado.

Un idiota mi auge, rey revestido. Esos pequeños holgazanes salieron de sus escondites cuando cayeron al mar de tierra. A mi me comieron la garganta, ratoncitos de incongruencia. Ese buquemado camina zumbante al habitante desnudo. Mar visible. Vigía consciente. A los papeles de la ciudad cenicera los van a comer. Los siento corretear por mis mangas, porque puedo sentir, puedo salir a sentir sus patitas hilvanando calor, puedo salir a decirles a los migrantes si conocen lo normal. Pueden preguntar. Entrañable bicho peludo lleno de razón, si vos concedes un camino para ellos y su rey universal. Y si esa ternura de hacer crecer árboles de chocolate amargo se traduce en mordisquear sus genitales expuestos, bienvenido. Moricidos todos. Las criaturas chapotean en lo que los demás creen conocer. En lo que más conocen, ¡en lo que más creen! ¡Ruge el sigilo y Naked King: población cero! Y para mañana el diario no va a dejar de salir, y lo va a redactar otro informante. Y otra vez, ¿nadie vio a la comprensión escapar? Viga maestra... El diario jadeante lo reviven viandante. Los buques se levantan y ahora migran a otro pueblo dulce. Dulce viga maestra... ¡Buen provecho! ¡Hasta mañana!

Mauro Varela

viernes, 18 de octubre de 2013

Juntos somos extraños (segmentónirico)

Si pudiese ordenar y recapitular tantos sueños cortos en una sola noche... sería fascinante. Eran varios, lo sé, de algunos me acuerdo, pero no de su orden (tampoco de todos); por eso, "eran".

• En uno simulaba estar en un pequeño pueblo, pero alojado en un pequeño mercado asiático, me sentía adoptado por una familia desconocida. Que cada tanto me llamaba por mi nombre y yo solo asentía, para después volver mi cabeza a la lectura. Actividad que al parecer, hacía periódicamente; de la cual me desprendía cuando uno de los caseros pedía mi ayuda. Todo daba la sensación de que era en un pequeño pueblo, no venía nadie, nunca vino nadie a la pequeña tienda, me encontraría distraído por siempre.

• En otro enredo (me enredo dormido), que se puede ubicar en el inicio de ese lapso de un instante luego de que se acabara el segmento onírico anterior (si es que son esos). Caminaba por un barrio tan parecido al mío, con una lluvia torrencial y al lado de un amigo del que apenas escuchaba su voz. Esa voz que me resultaba conocida de algún lado, muy familiar pero a la vez tan distorsionada como para reconocerla ahora como "amigable y conocida". En ningún momento recuerdo haberlo mirado. Me perdía con la mirada por un barrio olvidad, con los mismos edificios, las mismas casas... Pero algo en su composición material lo hacía diferente en esa lluvia. A pesar de la lluvia y de llevar lentes, podía ver y perderme en esos edificios que conocía y desconocía a la vez por la misma lente. En un momento dado tuve que separarme de mi amigo, el extraño que desconozco. No me acuerdo como fue nuestra conversación final. Si es que me acuerdo de algo, fue de un diálogo tan sencillo como críptico. Ahí, mientras caminábamos cerca del final de una cuadra (me enredo hasta en mi posición) le digo que debo cruzar una calle de inmediato para volver a casa, él me advierte que me apure antes de que el agua haga de las calles un río, y que se iba por otro camino, y que yo apurara el paso. Lo último que hice fue saludarlo en un solo apretón de manos. En ningún momento ví su cara. Corría hasta el final de esa calle... corría para que no me ganase la lluvia, cruzaba una calle inmensa en ese barrio desconocido, cruzaba una avenida muy familiar. Me sentía aliviado, le había ganado a la lluvia. (¿No es un enredo muy insustancial?)

• ¿Yo estaba en un pueblo o en una ciudad? Todos estos actos eran pequeñas anécdotas que uno puede ir contando mientras viaja en colectivo, que si te animas, se lo podrías ir contando a algún desconocido. En lo que dura un paseo; subirse, encontrar un candidato adecuado (o en su defecto esperarlo), contarle uno de estos segmentoníricos y bajarse del colectivo. Consistía en que todo dure tan poco... En otro de los sueños estaba en lo que parecía ser la entrada de una escuela, pero jamás recordé haber estado en una escuela de tan pocas dimensiones. Era como una serie de departamentos grises y blancos pegados unos sobre otros, no superaban la planta baja y el primer piso. Y además de que era techado, se daba el lujo con una pequeña entrada donde había pasto, piedras blancas... además de dos profesoras que murmuraban y reían entre sí. Pero no estaba tan seguro de que entre ellas, mujeres de al parecer unos 40 años, hubiese una amistado, si no un trato de conocidos del trabajo. Fijate muy bien... que para mí ellas estaban murmurando para sí mismas, reían, gesticulaban, conversaban todo para sí mismas, cada una como un reflejo de la otra, cada una como una caricatura de sí misma y de la otra. Algo que me olvido de contar, y que termina siendo de lo más importante, era que no estaba solo. Íba acompañado de una mujer, que estoy segurísimo que era mi madre, cien por ciento seguro, aún si en estos "pseudo-ciudad/pseudo-pueblo" todo lo que conozco se desconfigure –o reconfigure– en cosas que termine por desconocer. Era mi madre. Además, nadie más que Eli para ir a una escuela desconocida (creería). Ignoramos en todo momento la presente fanfarria enlatada de estas señoras. Tan cercanas y a la vez tan ignoradas. Y recuerdo como hablábamos con Eli, criticas punzantes del colegio, y cercenábamos su ubicación, su arquitectura, su segurísimo estatus de privada (un estatus que al parecer nos sugeríamos); a modo de provocación, esperando a esas docentes, nosotros reíamos. Cuestión certera o no, luego de burlarnos decidimos irnos de esa (también, es seguro que también lo era en ese momento) "pseudo-escuela". Al cruzar el portón de entrada, una de ellas nos dirige la palabra. Se mostraba escéptica en mi búsqueda de una escuela y de mi desprecio. La otra reía. Y yo no me iba a ir sin responderle. Hasta ese momento no me había figurado una búsqueda. ¿Qué buscaba en estas instituciones? El caso es que respondía tajante que lo que buscaba no era para tomárselo en broma. Era todo completamente serio. Y Eli se reía mientras yo les dije palabras que ya no recuerdo. Sólo la final, antes de irnos; decirles "docentes", un funesto y desquitado "docentes" para amargar su día. Que ellas respondieron con una sonrisa disimulando descontento. Fue el respeto. Con Eli nos íbamos riendo camino a otra parte. Entonces, más que por una búsqueda, era nuestra diversión de caminar juntos.

• Si vuelvo a reflexionar la idea de hablar estos pequeños sueños en un colectivo, seguramente me quedo corto. No por la extensión ni por falta de historias. Si no por un desconocer la ausencia de colectivos imaginarios dispuestos a escuchar. ¿Existirían? O los tendrías que inventar hablando... Era algo que no se descartaba, seguía siendo parte de la baraja. En un plano más inclinado, ahora me encontraba cruzando un camino muy peculiar de la mano de una mujer que ni siquiera recuerdo quien era. Todo se perdía en un instante. Este camino era como un boulevard extendido por un tramo infinito. Que a medida que uno se acercaba al medio, se inclinaba más y más. Se podía sentarse en esa parte del pasto. En la parte más alta también habían bancos de piedra para sentarse... Mientras buscábamos/caminábamos/cruzábamos (todo correspondía a una misma serie de acciones), me crucé con un conocido, antes amigo, creería, porque solo nos saludamos con un "hola" muy seco. En contraposición de ese lugar fresco y de un verde rocío que se sentía a cada rato. Me saludó y se reacomodó con su pareja, no le pude ver la cara... Eran tantas las parejas en ese lugar, y uno era sólo otro par más de sentimientos en ese extraño camino inclinado. Y en todos estos sueños se sentía todo nitidamente, tan simples que podían resultar... Pero tan vivos... En este sentía un frío terrible, como un letargo. Que me protegía la calidez de mi pecho. Reveses configurados del sueño.

• Al final no logro comprender esa sucesión espontánea, tal vez sí pero no quiero o ahora no es momento, o... Volvía a un escenario de lluvia, esta vez un poco más calma que la anterior. Entonces este. ¡Este! Es el final que sacude. Sacude por afán o por enigma. Yo caminaba la rotonda entre dos avenidas, y en esta rotonda se agolpaba una cantidad considerable de gente. Policías cortando la calle y yo cruzando como si nada. E ignoraba lo que ocurría, si fuese accidente o crimen no importaba, era otro de los tantos dejamientos que me fueron traspasando. Era una suerte de ente ignorado, de ente sacudido por algo que desestimaba totalmente. Dedicado a cruzar calles y caminar por esos microsueños tan expuestos. Y me desperté con unos latidos fuertes en el pecho. Ente latido, entre latidos decidiría contar cada uno de los conocidos extraños que recordaba. Supondría usted que lo estaba haciendo por un bien, quizás. De lo que se puede llamar "certero", "enredo", "dejar", "sentir"; es que me desperté irrazonablemente temprano... Y más "nítido" (a tomar con pinzas) es que un día en una vida, en toda la historia, no es más que otro sueño de un instante. Donde somos un ente (des)conocido por unas cuantas horas. ¡Tengo una sed! 

Mauro Varela

domingo, 13 de octubre de 2013

Reniega de la esperanza, reniega del más-de-lo-mismo

Si se nos permite decir algo más, esperaré siempre a que sea algo más que un recuerdo deprimente. O un alzar la cabeza esperanzada luego de una adversidad. Y acá estoy siendo esperado, muy testarudo, sin tratar un recuerdo deprimente como a ustedes se les permite y se les revelan las cosas, quisiera preguntar como es que enredan más de lo mismo, esos sentimientos escritos inyectados con su psique y escritos en serie. Sí, en serie. Cómo es que hay rasgos suicidas que a mí se me revelan tan uniformes. Porque apoyo lo individual pero remarco otra vez mi testarudez (sus "obras descarga", sus sentimientos, sus hirientes) que me agrada como una gloriosa pizza fría que se desacomoda de todos esos dolores que sienten ustedes, identificados unos con otros. Es remarcar esa serie de patrones que no me producen nada, porque ustedes son en esa curiosa agrupación, unos seres tan comunes como yo y esa testarudez mía de explicar todo rebuscadamente e inyectarla de pizza fría bien licuada (y ahí tenes mi normalismo tonto en que se desentienden las cosas) y de sensaciones de volar extraterrenamente (y ahí, caminantes del más-de-lo-mismo, se encuentra la igual de mundana y ensoñada progresión, otra que arriesgarse a alzar la cabeza sin necesidad de otra razón –osea, muchas razones– de levantar la cabeza así me duele menos el cuello y chau trances) que ustedes, seres tan emocionales se han ensimismado en no visualizar.

Me gustaría decirles que sus expresiones me aburren, pero no es posible. No es mi deber. Y es que por castigo preferiría que jamás amen sus manos. Porque una de mis preguntas que albergaba mi cabeza hace un tiempo era: "¿Es que no aman ni siquiera a sus propias manos?". Y es que no hay deber. Y si pudiesen planear todo en un sí y en un no... lo harían ley. Y no se podría decirles algo tan disonante como... A ver... ¿Como qué? ¡Millones viviendo ahora nunca morirán! ¡PERO VOS SÍ! Y es que arroparse y balbucear "p-pero mi sentir" puede más. Temen en secreto la disonancia. Y entre ustedes veo que claramente pueden sentir, pueden lograr muchas cosas, y se van a felicitar identificados con el mismo dolor en el pecho que bien puedo consentir pero jamás sentir. Porque morir es lo primero que se tiene que hacer para que todo sea tan graciosamente grácil. Claro, porque "no sabemos aún qué vamos a hacer", y es que es segurísimo mi desencajamiento, mi "ser de sobra" en esa tribulación que veo entre la especulación de lo que pueden hacer; ahí, vendiendo novelas de amor matado (tan feo y vacío como suena), lanzando sus aves tristes por los aires, construyendo sus santuarios, sus tristezas de uno solo (compartidas), un fervor por cantarle a la lluvia más de lo mismo; y congregarse, y llorando, e ignorando a esa sucia paloma que esconde secretos ancestrales. ¿O no creen en palomas de secretos ancestrales? Bueno, ahí está la dulzura que tanto carecen. Porque esa paloma se va a posar en sus plazas pétreas y encogidas, mientras entran a sus congregaciones flagelantes a empaparse de nada, esa nada mientras yo estoy recostado en un banco de una de esas plazas mezclado de indigente comiendo mi pizza fría. Entonces la paloma boba se va a posar en un árbol y yo la voy a putear porque se cagó en mi pizza fría mientras esa rata con alas arcaica se va alejando. Para después tranquilizarse y limpiarla para seguirla comiendo, y sabiendo, que de una buena vez por todas, esa paloma va a defenestrarlos con todos sus sentimientos inhóspitos y tristes. Y yo ahí escribiendo con esa pizza, con todo el fulgor de saber que esa paloma tiene más sabor. Ojalá les corten las manos.

Mauro Varela

martes, 24 de septiembre de 2013

Agenda dormida/Manual ígneo

No puedormir. Miré hacia el techo y me dí cuenta que tengo numerosas constelaciones ocultas dentro del concreto, yo creo que se mueven, son la bruma... Superan a la bruma y a los días en los que me la pasé durmiendo. (¿Cuando dormís mucho es porque te sentís triste?). Veo -intento más que nada- plantear nuevos patrones en mi techo, en mi lecho. Sobre mi agenda dormida. Es el sonar oculto, es el radar de la ausencia que me cree inseguro, y acoplado al cansancio: me hace incertero. Ah, es que yo coparía las infecciones de nada. Debería tener una actitud reprochable. Dormir de 15 a 17, de 19 a 21, de 3 a 10, de preferencia, infectarse de nada. Manual Ígneo. A ver...

MANUAL ÍGNEO

1. Carbonizar su entorno, preguntarse: ¿Existe una posibilidad de reencontrarse ante su ambiente puro, ahora mezclado de fuegolvido, aireprochable y la férrea alma de nada?
Respuesta: No existe posibilidad ante los localizadores, paralizadores zares del desistir.

2. Una vez recapacitada la situación, mirado, relecturizado y consumido este diario ejercicio de hipnotismo urbano. Piense: ¿Acaso se hizo un esfuerzo por reencontrarse?
Respuesta: Ningún esfuerzo por reencontrarse fue intentado.

...

Con hacer solamente dos puntos de un exhaustivo cuestionario me convencí de que no ocasionaba regalías ni mejoras anotar puntillosamente todos esos esfuerzos. Cerré el cuaderno y me recosté en mi cama hasta perderme en las pálidas estrellas que eclosionan y rugen en el techo blanco. Era un bello trance que tenía que acabar alguno de estos sábados. No valía la pena un salvavidas de fuego. Ojalá amanezca pronto...

Mauro Varela

jueves, 19 de septiembre de 2013

Marcha de la justicia (construida y ahora quemada)

Desde los yermos llevo espirales y desde los descampados traigo fractales. De dos a cuatro me movilizo. De cuatro a seis me sublevo y desfiguro. Yo soy el indigno indignado para un disturbio lento por el Nuevo Comodoro de siete a nueve. (Ya no seré el contexto). ¡Voy a la marcha y quemaré a todo el crimen! Porque entre dos y diez ya me enervo, harto. Porque necesito, porque creo que necesito ilusionarme. Haré del fuego un manifiesto. Ya no sabré las horas por las noches. Porque por las noches expulsaré a los asesinos. Mil miradas apuñalantes por la tele, mil voces sofocantes por las radios. Porque se suponía que tenía que pasar acá. ¡Un ridículo acá para la justicia! Seré la plaga del sur que combatirá a las plagas del norte. Pero mis reclamos no se van a escuchar. Porque la plaga aún es estorbo, acá, soy estorbo. Tomen mis manos y tírenlas al río.

El gas lacrimógeno entró en los ojos, manifesté mi descontento, salí disparado y desesperante sobre los patrulleros quemados ante la milicia desesperada disparando sobre las patrullas de la injusticia quemada. Somos patrullas incineradas unidas por un muerto. Separadas por los muertos atrapados en estática. ¡Murió! ¡Hora de valer! ¡De saquear! De que la autoridad use la milicia y así yo diga que con la milicia estuvimos mejor. Y entonces todos estaban asustados, para nosotros tiene que ser común estar asustado. Las ciudades dignas, ricas (pero sólo de una corrupción respetable), siempre están asustadas. La marcha no quiere quedarse anclada a esta ciudad. Aquellos que se quieran manifestar deben morir, aquellos que mueran no se podrán enojar, porque nosotros nos manifestaremos por ellos. De mi country llevo ilusiones ópticas, ah, pero mi terreno ocupado tiene sembradas a las almas testaferras. Sí, son las plantas de la Aurora, son los frutos del buen aire. ¡Mi amado engaño! Te sacaré a rastras de este país que ya no te ama. Porque los caminantes durmientes nos seguirán por los disturbios que creamos y en los que nos hundimos. (Son tantos factores embriagantes, engaño). Comodoro va a morir y la Patagonia marchará por él. Y será todo un parche o una venda hecha de leyes. Esas vendas sagradas que procuran la seguridad de estar vivo.

Mauro Varela

jueves, 27 de junio de 2013

Crashdummy

El tiempo, se coagula, y comienza a interferir de nuevo.
El tiempo, nos comprime.
Limita.
El sujeto que somos, ahora, no es ni será sujeto, de prueba alguna, ni esclavo del tiempo ni del sonido, si escucha al ruido infinito, como asceta se moverá entre la miel del visir y se vestirá de éter.
Deformará el tiempo para sentirse y respirar más libre.
Y no importará divisar lo mediocre, lo irascible, lo incomprensible, lo insano, lo idiota.
No importará comprender, porque no hace falta.
Puede, y siempre pudo, por más frágil y reacio que sea, romperse y lanzarse, del ruido hacia la nada, y viceversa. Caerse.
Volver, a descomponer el tiempo, por siempre.
Ahora o más tarde.
O nunca.

Mauro Varela

sábado, 22 de junio de 2013

Drogado

Drogado/Sin Sonido
"¿Has pensado en reorganizar tu vida/tus prioridades?" Eso fue lo último que dije antes de seguir el camino del frío, hacia el centro plagado de ruidos, negruras y vacíos. Un centro que no es centro ni por asomo. Y así se pudo andar por un buen rato. Hasta ese momento no me dí cuenta que no nos acompañaban los sonidos. La maquinaria se mecía tajante entre el vacío impostor. Pero no importaba. Decirlo sin pensarlo: no darle importancia para que ella se ponga convaleciente y nos deje buscar (¿Buscar? ¿Buscar qué? ¿Qué objetivo inventado no se cumplió?). Y ahora detenerse, porque no se tiene certeza de que se fue "a por algo" y no "por algo". Íbamos porque íbamos entre instantes constantes. ¡No pelotudeen! No se tenía certeza de que el comer unas barras de chocolate con un frío que pelara la piel y helara la sangre fuese la idiotez infantil del momento. Pero de eso no se hablaba. No. Darle. Importancia. No. Así. Sin pensarlo. Y tampoco molestó el sabor de las almendras, le agarras el gusto sin quererlo, sin importarte ni siendo pensante. Sin creer lo que es sentir, no te debatís. Y seguís... (Boludo, me cago de frío).

¿No me olvide una bufanda? Puede que me haya olvidado otras cosas en ciertos tiempos. Pero antes, antes... Bajamos hacia la playa. Con tan solo tocar las piedras, el frío te saluda de otra manera. Tratar de meter bien el pie, así las rocas no te abrazan y no recuerdo a todos los que deseamos no encontrar. Pero antes, antes ya era de noche, y atrás parecía de día. Teníamos al espectro de la sociedad lamiéndonos la espalda y ahora capturábamos la luna con una cámara. De frente. Y esta parecía disolverse entre las manos congeladas, se hacía un hueco entre la espuma y las drogas. Empezamos a divisar formas sin forma, un barco, fragmentado cerca de la luna hecha espuma; una captura panorámica, drogas de otra forma, sin forma, con miedos y luces. Enumeración. La mente vola. Las vistas también. Y seguir persiguiendo muy tranquilos aquellas sombras que se oponían al puerto. 

No duró mucho ese momento, la cámara tampoco, sus fotografías fluyen con las luminiscencias. Escalamos para poder volver del miedo, de la oscuridad gélida hacia la vacuidad, tal vez más fría. Un acto de gracia para darnos vuelta. Dense vuelta... Para ver sin querer ver, pero darle importancia y empezar a correr. ¡Justo darle importancia! Contra ese torrente de vida que se drena por esta parte de la ciudad. Otra vez nos encontramos, estruendo.

Otra vez, a la ruta. Reposamos un momento sentados en un guardarraíl. Agitados, sin pulmones. Cansancio deshecho. Recuerdo al perro escupido hace unas horas, terrible. Pero no importa. Camino de costumbre, unas grabaciones, bien. A ese perro no le importó tampoco. Hay que grabar. Cada vez más negros, más asco. Globo naranja. Perro babeándose encerrado en un auto. Estos niggas peor que monos se mueven. Bastardos. Giles. Jugo de naranja caliente; idiotas calientes. Golosinas saladas. Sueños y sol. Parlantes. Sol de sueños (de ensueños). No se hicieron mierda pero el perro fue la gloria. Sueños del sol. No importo. Hora. De. Volver. Perdedores de visiones. Siento que se me va a diluir todo de las manos.

Amargo. Dulces. Amargos. Ah, qué molesto es salir de la enumeración, la descripción. Detenerse. Salir del colectivo y afrontar que se está en-la-carrera. De nuevo (¿En-la-carrera? Quieto otra vez) dormirse en una noche. Volver y acordarse como se estuvo corriendo hace tiempo, Rhodesia, muerte en Rhodesia (narcotizada). Volver con el pelo seco. Ahora caliente y ojalá se prendiese fuego. Los estados se recortan y ahora estamos pelando pomelos con Eli. Desgajarlos y disfrutar del olor amargo (mono yo, que no hice lo mismo con el instante de hoy). Queda sensacional, pero mi viejo ignorando (sin dar importancia, cosa que no tengo idea si se cumplió o no) lo describe sin saber, sin ser participe, sobre una actriz cualquiera.
-¡Qué buenas tetas!

Mauro Varela

martes, 30 de abril de 2013

Paladín Animal


-¿La muerte es confortable? ¿Tan seguro está uno de que luego de morirse descansa eternamente?- dijo Rogelio Paulini, muy pensativo.
Su padre había muerto hace unos cinco años. Rogelio no se quedó en la idea de una vida más allá de la muerte para su padre. Viejo laburante que había sufrido mucho en la vida. ¿No era muy inocente pensar la paz en la muerte? Por momentos Rogelio temía al paraíso reconfortante, tal vez no se lo merecía el amargo cascarrabias. Pero eso sería extremista. Porque para ese hombre  los animales eran la razón de su vida, una manera de decir que servía para algo, una forma de no tropezarse y caer en los abismos.
-¿No estas seguro de que tu viejo andará durmiendo como nunca lo hizo en vida?- contestó la viuda de Paulini-. ¡Ja! Y pensar que a veces cuando se ponía hinchapelotas me decía que al morirse iba a venir todas las noches a arrastrarme de las patas. ¿Qué sabrá tu viejo de volver? No me tironearon ni una noche.
-Te habrá tironeado otro- dijo Rogelio.
-No te pases de vivo, nene -protestó su madre ofendida-. Que para vivezas estoy yo. Dale, vayámonos antes que se haga tarde. No cerramos la veterinaria y vos acá.
-Si, ya... Hay momentos en que pienso que es mejor que no haya aparecido. -dijo Rogelio, mirando a su madre con una cuasi-sonrisa-. A lo sumo, peor que que acá no puede estar, no debería comerme la cabeza con esto. Buscar una esperanza más allá de este agujero donde enterraron el cuerpo del viejo.
-Sería bueno que lo hagas con más ganas. Dale, voy yendo.
Rogelio dió una ultima mirada a la tumba de su padre y se fue del cementerio. Todavía rondaba la idea de "descansar en paz". Pero es en vano, no se enteraría hasta que le llegase ese día. Lo que si se enteraría ese día (y que justo ese día llegó) es que la gente esta más cerca de lo que uno en primera instancia pensó, haciendo lo impensable.

Se escuchó un zumbido extraño en un almacén. Los dueños corren hasta el lugar creyendo que se trataba de un robo. Abren las puertas y se encuentran con una masa de carne rosácea y algo negruzca; chamuscada pero con un fuerte olor a quemado. La mascotita felina fue asesinada por algún "ser humano". Un asco moral y todo lo que conmocionó a esa familia ya eran detalles que no le importaban al recolector. Con unos ojos que parecían unas bolas de cristal trizadas por el sueño, se alivia de terminar con las misiones menores de ese día. Ya estaba próximo el momento de arrancar con la más importante, y es que esquivándola durante todo el día, ahora Oscar Paulini no tenía más remedio que terminar con eso de una vez por todas.

Mientras se alejaba del almacén hablaba con su asistente:
-Qué poca interacción tenía ese gato con esta gente, algo me dice que se equivocaron -decía Oscar-. Habría que decirles a esos caraduras que se fijen...
Los Registros responde con un ladrido de afirmación.
-Aunque ya está. No quiero más cargas ni responsabilidades -dijo Oscar-. Seguro les termino diciendo algo y me cagan con todo el papelerío. Para ellos un problema que encontrás, un problema que arreglás. Todo por tu cuenta, con tu propia guita. Pero ya está, Registros, no se porqué se me hace que a este lugar lo conozco desde hace años. A ese que nos mandaron en un principio...
Los Registros, asistente con unas pintas de ovejero, vuelve a responder con el mismo ladrido de afirmación.
-A veces me jode que solo te hayan predeterminado ese ladrido. No tener autonomía para darme tu opinión... Parece que me doy la razón solo en cada palabra. Qué fatiga... Igual sos mejor acompañante que el infeliz de Los Ensayos, ese perro siempre contestaba con un ladrido ahogado. Pobre infeliz.

Era muy llamativa la vestimenta de Oscar Paulini, le recordaba a ese humilde uniforme médico celeste que usaba en la veterinaria. Pero este traje de un celeste más doloroso para la vista poco tenía que ver con esa profesión que salvaba vidas. Era un caballero medieval futurista, o un astronauta enfermizo de otros tiempos que parecía perdido en un barrio ancestral. Traje anormal para un trabajo cruel: liberar animales de sus dueños y garantizar las ganancias en la empresa que lo tomó preso desde hace cinco años. No hay ningún misterio salvo los métodos: armas de caza, de tortura, de muerte... ¿A quien le reclamas ese desparramo de huesos? No hay tantas vueltas en un trabajo que suena tan simple como demandante para la mente. A Oscar le resultaba peor, ser casi un sicario y casi nunca salvador. Más intrigante resultaba que estuviera acompañado por un perro. Los Registros era un señuelo que atraía o localizaba a todos los objetivos. Y los seres humanos, meros mortales, solo veían al simpático Registros andar como si nada, veían a la carnada pero no al pescador, al invisible Oscar que oficiaba de paladín animal.

Cansancio, cansancio, cansancio, cansancio. Oscar siente que no puede avanzar más a su destino, a menos de tres cuadras estaban encerrados algunos animales que debía sustraer para mejores fines empresariales. Pero en su cabeza ocurre que algo le estaba inyectando varias dosis de náuseas. Impidiéndole dar dos pasos sin marearse, se retracta de toda esa misión y llama de urgencia a su supervisor:
-Buenas tardes, Oscar. ¿Cómo estas? ¿Vas bien con el trabajo? -respondió una voz amigable desde el móvil de Oscar.
-No muy bien... estoy peor que antes. -dijo Oscar entrecortado.
-No podés, viejo. Quinta vez en la semana. Cuestiones netamente de salud, eh. Me estas comenzando a preocupar...
-Te llamaba para preguntarte si me podía bajar más temprano hoy.
-Dios... creo que esta vez estás en estado crítico. -advertía alarmado el supervisor-. Estas en la cuerda floja con las faltas, el monto de animales es muy bajo...
-Sí... estoy, estar, estado, es... veintitrés perros, treinta y cuatro gatos, dieciocho aves, tres roedores...
-Bajísimo para lo que hiciste en otros años, che. Me caes re bien para que ahora nos vengan a fajar los de rangos más altos.
-¿Y que me importa? Que me maten si quieren, no pierdo nada si voy a esa casa del orto. -decía Oscar, que ya empezaba a divagar.
-Dale Oscar, con esa casa llegas de una al monto mínimo diario. Llegas bien por los gatos... La verdad que son muchos, che. -dijo el supervisor, que ahora se encontraba más tranquilo al escuchar como Oscar recuperaba el aliento.
-No puedo andar, te llame porque estoy tirado en una vereda. En serio, es una eternidad en un día hacer volar a veintitrés perros, treinta y cuatro gatos...
-Ya entendí, ya entendí. ¿No trajiste ningún calmante?
-Traje a Los Registros.
Oscar acerca el móvil al hocico de Los Registros para que el supervisor escuchara su característico ladrido de afirmación.
-Uh, viejo -contestaba el supervisor creyendo que le tomaban el pelo esos dos-. Te pregunto si traes algo aparte de un botiquín de primeros auxilios "vacío", ese que tiene el perro, ahí en el cuelo y que no usaste.
-Y no... el botiquín no me sirve de nada -respondió Oscar-. Pero el perro... ese me salva de toda la joda.
-Como ya te dije, estas en un punto crítico, salud incluido.
-Los Registros incluido.
-Viejo choto. El perro no te puede administrar un calmante. Voy para allá, procurá no mandarte una.
-Uf... bueno, espero paciente.
Y Oscar apagó el móvil, mientras fracasaba el intento dormir en la dureza de la calle.

Registros, Registros, Registros. Qué buen perro. Tener que ver tantas cosas infames. Verme como una vez de un solo crujir del cráneo maté a un perro muy parecido a el. Viendo como el nene que era su dueño empezaba a lloriquear, a tener las narices húmedas como can en el momento en que su perro pasa a ser un incienso animal muy repulsivo. Antes que llegue ese señor, Registros, te quiero decir que sos de los animales más grandes con los que me he cruzado en vida. No tuve palabras pero si tus gestos. ¡Que diablos! Nunca nadie tuvo un perro, menos sus palabras, menos sus gestos, un perro de nadie al que admiro mucho, eso sos. En estos cinco años creo que bastó traerte tantas veces como pude a ayudarme con estas cosas terribles. ¿Qué les pasará a todos esos animales? Siento que mi hijo jamás me perdonaría esto, Registros. El pasar al bando que destruye la carcasa que llaman vida en vez de arreglarla. Muy jodido de entender todo esto, delirios del calor, cansancio del calor. ¿Me perdonará mi hijito Rogelio? No puedo escuchar tu ladrido de afirmación, Registros. Como para saber si me estás escuchando o si estoy hablando para mí mismo... ¿Alguna vez oíste hablar de un perro al que le llamen "Los Registros"? Es tan curioso, y con los años que tengo nunca he oído algo tan... algo tan... tan... Ya va a venir ese señor. Registros, te pido por lo que más quieras que si llego a ir a esa casa. Vos te vas a quedar con ese señor, prometemelo, se llamaba Hernantarias Papadoupulous, es un buen tipo, sabe cuidar perros, es el hombre más confiable que he conocido en estos cinco años. Ya viene Hernantarias, ya se va a ir todo al carajo como hace cinco años, Registros. Por lo que más quieras, al igual que Rogelio, espero que me perdones (que me perdonen). Y si es que el idiota de Hernantarias me dice algo ofensivo, o no te da de come, perdonalo, Registros, perdonalo.

Un haz de luz desciende sobre la vereda que está en frente de Oscar. Materializando a un Hernantarias que empieza a tocar el suelo con los pies a la vez que suelta un bufido porque pisó un sorete con sus lustrosos zapatos color marino.
-¡La puta madre, Oscar! ¡Cada vez parece que es más difícil mantenerse erguido en este lugar! -gritaba Hernantarias desde la otra vereda-. ¡No me extraña que cada vez estés más cansado!
-No creo, debe ser porque pisaste mierda -dijo Oscar, que ahora estaba sentado en el cordón de la vereda abrazando a Los Registros-. Además, yo estoy cansado por otra cosa.
-En serio, este aire contaminado de concreto cada vez es más difícil de respirar. Te mata. -dijo Hernantarias mientras se iba acercando a Oscar.
A esa hora de la tarde, con el sol ocultándose y con la luz pegándole en su gabardina de color lapislázuli. Hernantarias parecía una estatua gigantesca que se movía bajo un aura azulada. Parecía que en cualquier momento ese extraño ángel con gabardina se iba a salir de las perspectivas, de los contextos y de la física para empezar a aplastar sin querer a los edificios ignorantes de sus acciones. Tan ignorantes que jamás sabrían qué cosa los impactó e hizo caer. Porque en ese momento, sólo aquél antiguo veterinario vestido mitad caballero medieval, mitad astronauta, podía ver al ángel lapislázuli recomponiéndolo con calmantes.
-Con eso vas a estar mejor por un rato. Lo suficiente para ir a esa casa y volver hasta acá -dijo Hernantarias-. ¡Pero te advierto!... No vas a durar mucho. Te espero, andá.
-Quedate con el perro, no vuelvo. -dijo Oscar.
-¿Y ahora qué te duele? ¿La vejez? Ya te dije que no me voy a hacer cargo de lo que te llegara a pasar si no volvés. Me da también por las bolas lo que digan los rangos más altos. Pero al menos dame una razón para hacerme venir y tajantemente decirme que te vas. Sacate esa careta de tipo misterioso que no le queda bien a nadie, che.
-Careta... Y yo que pensaba que no ibas a usar nunca esa palabra patética. No va muy bien con vos. Ni con el descerebrado va bien. Y ya te dije, estoy cansado.
-No hay tiempo para discutir el uso de la palabra careta. Especificame lo del cansancio. Dale, algo tengo que "chamuyar". Y te lo digo sin tanta formalidad, a ver si te sigue molestando. -insistió Hernantarias.
-No me molesta, es idiota. -le contestaba Oscar, mientras se levantaba y trataba de caminar en dirección a la última casa que le quedaba por ver-. Estoy harto de ver lo que veo. De ver animales humanizados.
-¿Cómo? -dice Hernantarias mientras se pone en frente de él, tratando de detenerle-. Todavía no hacen efecto esos calmantes. Vos contame de los animales. ¿Qué les viste?
-¿Al final funcionan o no estos calmantes? No me engañes ahora, a los animales los ví tal como son. De tanto amasarlos. Los ví a ellos y ví como los cuida la gente. Como creen que los animales los llenan, pero en realidad ellos los rellenaron.

Registros seguía de cerca la discusión entre esos dos hombres que ahora estaban parados en medio de la calle. Era casi atemporal, cualquier auto podía pasar y chocarlos, pero al parecer Registros calculó que esto no era posible. Ni el espacio podía interrumpir el orden de las cosas.
-Explicate -dijo Hernantarias-. Decime si ya te hartaste de ver animales todos los días. A pesar de que ellos nunca vean la mano que los libera.
-El problema no es la liberación -dijo Oscar vagamente-. Si no todo lo que deja la misma. Antes y después. Me empezó a suceder con frecuencia cada vez que mataba a muchos gatos. Asustados por la muerte. Los reventaba como si nada. Pero no estaba mal. Lo malo era su humanización. Ese misterio, ese esoterismo que le dieron. No hay un solo misterio, lo pude comprobar. Han deformado al gato para hacerlo flexible a sus comodidades de ser humano. Los puedo ver y siento que son como las flemas que cualquiera escupe. ¡Pero no son un gato! ¡Eso no puede ser un gato! Son como seres transparentes esas cosas, ellos las tocan como si fuesen algo.
-Oiga, no me grite. -decía Hernantarias, algo molesto por esa actitud-. Yo se que has tratados con gatos en vida. Pero, ¿cómo podes salir con ese razonamiento? Me dijiste que nunca tuviste un gato. ¿Cómo podes saber de esas cosas?
-Los egipcios o cualquier otra estúpida civilización antigua por hacerlos sacros hasta los idiotas que ahora los tienen como lo más importante en sus vidas pueden irse a la puta madre que los parió. Vos también. -reprochaba el señor Oscar Paulini-. Todo se reduce a observar esas criaturas viscosas. No soporto ver como han sido usados los animales en tantas cosas. Están bañados, ahogados en esa mucosa que finge ser animal. Literatura babeada y simbolismos echados a perder. Veo como lloran a esos perros, les toman el pelo con eso de "mejores amigos del hombre" y se forman pilas enormes de cadáveres perrunos. ¡Montañas! Al lamentarlo se magnifica y ya no puedo evitar las ganas de vomitar. De ver hasta esos humanos empapados, sin ser humanos...
-Claro, y lo único que se puede hacer es matarlos, liberarlos. -condescendía Hernantarias-. Pero entonces... no nos queda nada. Ese pájaro que tengo en mi casa entonces es una mera jaula vacía. ¿Entonces qué es un animal de verdad? Cómo saberlo si se te deslizan por las manos apenas los querés agarrar.
-Entonces, estoy, entonces, estar, entonces, es. Si es justamente eso lo que voy a buscar. Mira que justo agarrarme hace cinco años esta labor -reflexionaba Oscar-. ¿Por qué esta labor, viejo? Mirá que cosas tuve que mirar, eh...
-Forro, te burlas porque repito las cosas a ver si se te quedan grabadas, primero con eso de estado y ahora con los entonces. Viejo forro, no tengo ni la más remota idea de porque te eligieron. O tal vez si. Te voy a hacer un favor. ¿Querés que busque tu Currículum? No confió en asistentes, asi que lo voy a buscar yo. Ya vuelvo, a ver si te apurás un poco que se hace de noche.
Hernantarias hizo aparecer un portal de un azul muy oscuro que parecía comérselo hacía otro lugar muy lejano.

Y en un ir y venir de tiempos cortos y prolongados, Hernantarias tenía razón. Se hacía tarde y todo parece durar una eternidad. Apenas mediar palabras duraba mucho. Pasar del cansancio a los gatos, de los perros a los cinco años y del supervisor Hernantarias aceptando sin poner trabas a Oscar recolector aceptando sin responder. Si yo veo a los animales falsos... los otros... ¿Los otros dónde están? Registros... a él lo puedo ver, será que el también me puede ver... Entonces estoy patinando con todo lo que he dicho, y tal vez, solo tal vez, Los Registros no sea otra cosa que una flema que me ladra cada tanto... Ah... El agotamiento le había hecho olvidar adonde estuvo en todo ese tiempo, en esos cinco años. Por qué esquivó ese lugar, por qué estaba ahí. Y desde cuando. ¿Cinco años? Veintitrés perros, entonces jamás se movió y simplemente lo pescaron para, treinta y cuatro gatos, y conspiración (con lo horrible que es guillotinarse a uno mismo) una mentira, dieciocho aves, es raro como se multiplican los animales o como maté todos los días a los mismos bichos, tres roedores, no ha cambiado nada la veterinaria desde que me fuí.

Se alzó un pequeño portal de luz azulada delante de Oscar Paulini. Volvía muy agitado, con un maletín mal cerrado y lleno de papeles ese supervisor (¿Supervisor de qué o de quienes? Si nadie se subleva. Salvo...) Hernantarias, llega gritando:
-¡Viejo! ¡No me vas a tener el tiempo suficiente seguro!
-¿Tenerte el tiempo? -dijo Oscar-. Yo solo sostengo el mío.
-No me jodas con esas cosas. Hablo del tiempo suficiente para prestarme atención, ni tener tiempo para creerme quizás. -dijo Hernantarias más alterado.
-Dale, hablá, hace el intento de ser un Deus Ex Machina. Haceme el favor de tirarme el salvavidas antes de entrar en toda esa flema. Dame una necesidad, algún fin más para darte, vamos, que las palabras que me vas a decir sé que no van a cambiar las cosas. O que sea una idiotez que hoy me muera por segunda vez, si no es la primera ni la última. -decía Oscar, que perdía cada vez más fuerzas.
-¿Esta es tu antigua veterinaria? ¿De la que tanto me hablaste? -dijo Hernantarias ignorando todo lo anterior.
-¿No es eso obvio? -contestó Oscar-. Dejate de obviedades...
-Deus Ex Machina... -repitió Hernantarias.
Y se echó a reir como si no hubiera mejor chiste que esa frase. Los Registros miraba atentamente, a todo momento. Al dueto Papadoupulous y Paulini haciendo la peor escena de toda la obra. Tan apartado estaba que su ladrido de afirmación terminaría tan ahogado como el de Los Ensayos, oh perro dueño de nadie, nada ostentas.
Una vez que paró con las carcajadas, Hernantarias retomó la conversación con Oscar:
-Ah... viejo, viejo... Sos una vergüenza. Te deshaces vehementemente pensando que una corporación te va a salvar. No me hagas reir más con semejante estupidez.
-Quedate tranquilo, va a ser la última vez que te vas a cagar de risas en mi propia cara -dijo Oscar, agotado-. Inclusive la última vez que me vuelvas a ver. Una lástima, me antojaba un poco más de esa acidez que tenés para tratar las cosas.
-¡No sea maricón, hombre grande! -exclamaba Hernantarias-. ¿Justo yo voy a ser el ángel empleado que cae de golpe desde un portal a salvarte y decirte que no cantes antes de tiempo? Vos qué sabrás lo que te espera, viejo maricón. Ya te trato como en esos buenos momentos en donde nos íbamos a cualquier bar de cualquier barrio. Y no poder repetirlo... ¡Qué bronca! Vos, los bichos, la corporación, la parca, la vida. ¡Esas cosas, viejo! Esas cosas que nunca tendremos con certeza. Se nos hacen mierda los cimientos.
-Otro sermón tuyo... -decía Oscar muy desganado-. Me gustaría golpearte. Dejarte ahí tirado.
-Pero no querés -dijo Hernantarias exaltado.
-No, no quiero, hablá todo lo que quieras.
-Mirá a Registros, viejo senil. -señalaba Hernantarias-. ¡Terrible es que en todo lo que te dije no te haya dicho nada todavía! Ni siquiera Los Registros escapa. Solemne. Se nos fue todo. Los Paulini, familia de veterinarios, selecta entre incontables para ser asesinos de animales después de muertos. Para ser de doble filo, encantadores. ¡Si tu hijo dejase esa chota tradición de jugar con las bestias de flemas y mocos como un bebe e hiciese otras cosas!... ¡Oscar, viejo querido! ¡Qué buen destino le esperaría fuera de estos circuitos de muerte!
-En estos cinco años, Hernantarias. Poco me importa si eso al final es otro invento tuyo. -dijo Oscar, sin importarle veracidad alguna de la historia que ese ángel daba entre alaridos.
-No necesito de todos estos papeles para decirte lo que sos -afirmaba Hernantarias-. Ya está todo dicho con este día eterno y con lo de Deus Ex Machina. Sólo traigo recortes. Podes irte si querés, andate y yo te recito algunos mientras te vas. Es hermoso, viejo. Es tan hermoso despedirse así. Como matarse.
Desde lejos Los Registros vió la redención final de esos hombres.
-No hay con qué darte... -dijo Oscar, renovado.
-¡Vietnamitas trafican treinta mil perros al mes! -gritó Hernantarias.
-Tan agradecido por todo. No sé muy bien con qué, o de qué...
-¡Con quemaduras en el lomo! ¡Ojos y pene arrancados! ¡Es encontrado un perro en la Colonia Gómez Lorin!
-Y con qué gracia lo decís, todo tan irreal...
-¡PETA pone a dormir más de veinte mil animales en tan solo diez años!
-Hermoso... pero tan poco... -decía Oscar mientras se iba alejando.
-¡Un millón de aves y cien mil animales marinos mueren por año! -Clamó Hernantarias con todas sus fuerzas.
-¡Te dejo a Los Registros! Cuidalo mucho...
-¡Muerte masiva de animales prevista para el año...!
Y ya no se escuchaba nada.

Los Registros, al igual que Oscar Paulini, ya no podían escuchar ninguna de las desgracias que gritaba Hernatarias Papadoupulous. Había entendido tan bien como aquél hombre no volvería, como se reencontraría (tal vez) con su hijo, lloraría, volaría en pedazos a los animales para hacer que la veterinaria cerrase, Hernantarias gritando, Rogelio y su madre gritando, pero no se podía siquiera ladrar y esfumarse de una sola vez. Y una luz celestial iluminara las ventanas de ese lugar. El perro registrando todo lo que podía pasar en ese instante, en esa efímera eternidad, a Don Oscar colapsando, hecho de nuevo una mucosidad turquesa. Y quizás, animarse a aullar por primera vez otras cosas más tristes.

Mauro Varela

jueves, 28 de marzo de 2013

Bañadera de carne nerviosa


 Don Franco, hombre que está a punto de llegar al medio siglo descansa en un sillón, por fin sentando, hace lo primero que se le viene a la cabeza, revisar un poco los medios: hojear el diario y otro poco del televisor, y pronto para enganchar el partido, superclásico, superdesganado, pero hasta apretar un botoncito para pasar a mirar alguna película (igual de superclásica) lo iba a cansar más. Empieza a descargar esos relapsos infinitos en su vida.
   -Voy a llevar a los nenes al médico, ya volvemos.- Le dijo su mujer antes de pasar por la puerta.
    Apenas hizo un poco de fuerza para escuchar como arrancaba el auto y ella se iba alejando con sus dos hijos. Ahí está, la privacidad, un poco de soltura para ver que hace consigo mismo. Hace tiempo al mayor le habían hecho unos estudios que lo condenaban con diabetes. Pobre pibe, puesto ante el especialista como otro producto vencido. El supervisor que lo sacaba por un rato de las góndolas y tachaba la fecha por otra, cuanta carne que da guita y tan seguro de que esa carne está a su disposición con un poco de insulinas truchas. Al diabetólogo entonces, el único idiota en esta ciudad es un tal Millanir, supervisor de productos altos en glucosa, pajero creído desde hace años, y al hijo de Franco le van a dar cualquier cosa. Que mal, pobrecita su alma... Esperemos que se cuide.
    Seguro que Don Franco lo dedujo a esto, pero no estaba en condiciones de entrar en la desesperación, de ser posible esperaba que ir a lo de ese viejo no saliese tan caro. Pero hay que dejar todos esos temas en la desidia. Porque se los van a estampar en la cara apenas volviesen todos sus conocidos, acotando cada uno su inestabilidad y miedos de morir o de querer morir. Punto y aparte para eso, ahora queda descansar, no me jodan ustedes con sus tormentas de sombras, déjenme descansar y luego hablemos, por eso es mejor descansar todo el tiempo posible para ralentizar el diálogo, y es que por fin no hay tanto ruido, ¿para qué hablar? En un sillón y esperando a que comience el partido él podría encontrarse con aquellas pasiones ancestrales que se fueron empobreciendo con el tiempo. Pero este hombre no se sentía muy a gusto esperando, estaba incomodo desde la hora del almuerzo, por tener que comer el estofado que le hizo la señora y sentir los nervios de la carne. No era acidez, ni siquiera estaba bufando por comer de más, era otra sensación muy diferente, directo desde la carne, de los nervios de la carne que primero fue masticada y que por los dientes fue resonando por todo el cuerpo de Don Franco. Le hizo darse cuenta de algo que portaba en su cuerpo un tanto avejentado pero no destruido, cuán ciego y cómo es que justo el sabor del estofado al que jamás se acostumbro lo estaban haciendo consciente de una molestia. Pero no sabía exactamente qué es lo que padecía, mixtura de una perdida de la pasión, y apaga la tele para no saber más quien va a ganar, se entera después, sumar a esa molestia desconocida reconocida, ahora el deporte televisado lo deja tan hecho polvo como si él hubiese jugando durante todo el partido. Mejor aprovechar que está solo y se relaja en la ducha.
    No era enfermedad, porque si lo fuera hubiese tenido que ir a algún especialista, nada de diabetólogos, cancerólogos, urólogos, psicólogos, cardiólogos, mil patólogos y que ninguno le sirva, no quería nada de eso. Era una obsolencia incrustada muy fuerte en los nervios, como medida preventiva (oh, y acá guarda 
señor, tenga cuidado, tenga cuidado, tenga cuidado, efectividad y otros complementos secundarios no comprobados) decide que el agua a lo sumo lo afloja de la carne nerviosa. Así que no demora en entrar al baño, sacarse las ropas tan pesadas y quedar solo en esa pequeña habitación de cerámicas pálidas.
    Reconoce en su cuerpo a todas esas carnes blandas que se fue ganando con los años. Don Franco con 
un aire triste decide no pensar más y entra en la ducha, que ella lave toda la suciedad carnal de los tiempos. No tarda mucho en sentirse muy mal, más pesado que de costumbre, y es que todo lo que llevaba encima ahora estaba siendo succionado por el agua, busca llevárselo también a Franco pero no puede, ahora que todo se ablandó en su cuerpo por culpa de la carne nerviosa, este es su último intento para quitarle todas las fuerzas a Don Franco. Que ya siente que su cuerpo no puede sostenerse, y olvida como pararse. Se sienta en el agua que ahora está más clara por la suciedad y el jabón, y por fin recuerda. Aquello que se había olvidado en lo más profundo de Don Franco ahora estaba en los reflejos de todo el baño iluminado, también explotando con fulgor en todo el cuerpo sensible de este señor. Aquella infancia donde su madre lo estaba bañando (oh, y esos estofados, la única persona en hacerlos bien era ella) pero en una bañadera, qué bien recordaba algo de su infancia tan temprana. Y como puede, Don Franco empieza a chapotear en el agua, meciendo pequeñas olas con sus manos grandes y de piel gruesa, soñando que fuesen permanentes, siente su carne, sus preocupaciones, la alopecia, la adultez, sus casi cincuenta años reducidos a ese momento en la ducha, chapoteando más fuerte en el agua, y comenzando a llorar, a dar sollozos que tratan de llamar a una madre que no está y que ahora no vendrá, queriendo ser el loto en las corrientes de agua, pero apenas siendo carne suelta, siendo mero loto nervioso, siendo loto de carne, Don Franco llora en el recuerdo olvidado y definitivo. En esa ducha que tampoco puede durar otro medio siglo, vuelve a sentirse más solo que nadie. Feliz y triste por acordarse de que era un niño, juega un rato más en el agua, ahora su madre.

Mauro Varela



martes, 19 de marzo de 2013

Parca S.A. y la muerte de todo lo bueno


En la madrugada del jueves, al inicio de uno de los días más calurosos del año. Se había suicidado una chica llamada Analía Gutiérrez. Su familia estaba desconcertada, una joven estudiosa y sociable había acabado con su vida de una forma horrenda. Cortándose hasta dejar los huesos desnudos de sus brazos y piernas. Tenía otros tantos en su cara, pechos, espalda y uno profundo en su cuello. A la policía sólo le resultó llamativo un detalle: la cabeza era un desparramo de pelos mal cortados. La autopsia mostraba que no había ninguna sustancia dentro de su cuerpo. Los amables vecinos del barrio no paraban de soltar los mismos comentarios entre ellos:
-"Oh, era una chica tan joven... tenía toda una vida por delante... siempre saludaba..."
Pero de nada sirve hablar bien de muerto. Ya era otro de los tantos suicidios que iban en el año. Ah... a veces las almas encuentran la paz en la muerte prematura. Pero esta joven no escapaba de la vida, ni de un crimen o un destino. Analía sabía de algo muy grande, sobre una empresa maliciosa como cualquiera. Y ella se encontraba justo ante la entrada de un edificio gigante, la principal sede.
Tuvo que pasar por un extenso vestíbulo, cruzándose con numerosos espíritus que iban en diferentes direcciones. Todo el lugar parecía estar hecho de un material desconocido por ella hasta entonces, todo el edificio era de un uniforme e insípido color turquesa. Para ella, más que insoportable. Por más claro y amigable que fuese, no podía ser el cielo, pero tampoco poseía una maldad tan pestilente y cruda (la verdad, le sorprendía como camuflaron eso bastante bien) como para ser el infierno. Algunos espectros que la guiaron hasta el lugar, que desde lejos era un bloque gigante azulado, habían afirmado que estaban muy cerca del purgatorio. Pero eso era algo de menor importancia. A Analía no le importaban todos los mitos que podían decir estos espectros charlatanes. Solo se la pasaban hablando sin el menor argumento, prefería esperar antes que entrar en dudas con todo lo que decían ellos.
Llegó hasta una recepción y convenció a la atareada secretaria que se encontraba ahí para poder hablar con alguien de un puesto grande. Era un trato irreal comparado a la densidad presentada en empresas humanas. Ella no quería llenar miles de hojas para ver si era una seleccionada, prefería una entrevista antes que un casting podrido. Hablando con un peso pesado ganaba más oportunidades, ella venía a hacer negocios y estaba dispuesta a afrontar lo que sea. Fue solicitada en la oficina de Shimmy Riyalgo.
Ya presuponía que este tipo no sería un empleado cualquiera. Lo confirmó al entrar en su oficina, la misma parecía ocupar todo un piso y estaba equipada con todas las comodidades que desearía un ser humano en vida. El señor Riyalgo estaba sentado en uno de los sillones que se encontraba en el centro de la habitación. Este hombre se podía debatir entre un ángel, un demonio, un fantasma o... un mero empresario humano oportunista puesto ahí por alguna entidad. Era lo más probable ante una cara que engañaba con una sutil plasticidad. ¿No estaba sonando música electrónica  ¿No eran esos sonidos algo tan terreno para obviar el origen de este lugar? Llevaba un esbelto traje del vil color turquesa. Analía seguía muy reacia con ese asunto estético, ¿quien tuviese sus ojos tan mal, tan deteriorados como su gusto para usar ese color en todo el personal de una corporación?
Antes que Analía siguiese cuestionando en sus adentros a todo lo relacionado a ese color burdo, Riyalgo la invitó a tomar asiento en uno de los sillones y comenzó a hablar:
-¡Hola querida! Sentite cómoda. ¿Querés tomar algo? Vos ahorra presentaciones y nombres, ya me notificaron de vos y ahora tenemos que charlar un ratito de ese asuntito. Bueno, ¡que el tiempo no nos demore más! ¿Qué querés tomar?
-Muchas gracias, pero no tengo apetito... Preferiría que nos dispongamos a...
-¡Ay, nena! ¿NO vas a aprovechar que ahora no podes engordar? ¡Y estando tan flaquita te tiene que importar menos! Si querés podemos comer algo, yo total me satisfazgo a cualquier hora. ¿Podes creerlo? ¡Acá no podes engordar! Dale, te sirvo un vasito de agua por las dudas. Ah, ¡vos anda contándome y de mientras busco algo rápido!
La lengua rápida y la actitud distendida de este hombre turquesa había tomado por sorpresa a Analía; aún así no se dejó amedrentar pero se había reservado bastante al hablar. Una cosa  que le había sorprendido es su fluidez al hablar español, en ese lugar acudían almas de todo el mundo; jergas y modismos también los tenía estudiados. No, no era un empleado cualquiera. En cuestiones personales: ella tenía necesidad de comer, y desde que llego se sentía muy anormal. ¿No era un reflejo de su vida humana el sentir hambre? ¿Y el de respirar? No sabía cómo se puede llevar la vida en una dimensión tan nueva como esta. No pudo tomar precauciones; no había información, la misma tenía sus límites. Tampoco sabía cuántos muertos podían haber llegado hasta donde estaba ella o si fueron llevados por la muerte a otros destinos más fantásticos. Por más irreal que pudiese ser la sed ahora, se sentía bien tal como estaba. Su cuerpo tampoco mostraba cortaduras; la piel estaba de nuevo intacta, como al nacer.
Lo que tardó Analía en pensar sobre toda la existencia post-mortem le había bastado a Shimmy para hacer una modesta pizza mozzarella.
-¿Y? ¿No me ibas a contar algo? Ya sé que acá uno puede perder las nociones... ¡Pero vas a tener que apurarte! ¡No sabes la cantidad de personas que tuve que atender ayer!
Pero igual, ¡yo no me agrando y me la banco! Por estar unos puestos arriba de unos seleccionadores imbéciles no significa que no deba atender a unos cuantos. Oh, ¡si! ¡Soy muy generoso y comprensivo! ¿Querés una porción? ¡Dale que se enfría!
-En serio... le agradezco mucho su atención Sr. Riyalgo. Pero ya es tiempo de hablar.
-¡Uy! Bueno, bueno. ¡No te apures ni te presiones! Te escucho negrita, decile a Shimmy qué es lo que te trae por acá.
-Voy a ser clara. Vengo a capitalizar mi muerte y obtener un puesto de trabajo en esta empresa. Desearía saber que requisitos debo cumplir para formar parte, no importa si es un cargo menor, por favor, quisiera quedarme por más tiempo...
Riyalgo dejó la porción de pizza que estaba comiendo en un plato. Se quedó por un momento mirando fijo al suelo, tratando de buscar palabras, justo la ralentización del tiempo le había pegado a él. Había cobrado un poco de seriedad en su personalidad.
-Puedo darte parte de los derechos de comercialización de tu muerte, más no puedo ayudarte con lo otro... Perdoncito, pero eso es complicadísimo... No puedo con eso, nena.
-A pesar del desconocimiento que tengo sobre sus reglas burocráticas en general, tengo entendido que varios de esos fantasmas que deambulan por los pisos bajos son empleados. Eso es fácil de deducir. Ahora, no se sobre sus historias personales ni de sus muertes. ¿Por qué razón no puedo formar parte de esta empresa? ¿Qué poseen ellos para haber sido seleccionados?
-Nena, por supuesto que esto es más que agarrar cualquier pavote y darle laburo. Pero hay acuerdos... hay muchos acuerdos...
-Bien, entonces expliqueme cada uno de ellos.
Shimmy de nuevo había perdido su atmosfera seria y tensa. Volvía a las andadas y -tal vez de forma muy obvia- parecía estar a punto de recitar un discurso. Todos los males para una jovencita curiosa como Analía:
-Ay, negris... me vas a hacer hablar como loro... ¡Igual! ¡Tengo que mantener mis formas! Pero cuando es joda: ¡Joda! Y cuando es serio: ¡Serio! ¡Serio!
El caso es que has tomado a la muerte de la peor forma. Has forzado a la muerte misma.
-¿Cómo?- Analía simulaba sorpresa, pero precisaba en indagar más sobre eso.
-Lo que ocurre es que vos misma apresuraste a tu muerte a términos muy... extremos... Si. Muy extremos. Los acuerdos entre la Muerte misma, entidad principal de esta sociedad, con los medios masivos de comunicación de la Tierra y de los numerosos asociados son estrictos. Acá les hemos dado a los ciudadanos comunes y populachos una oportunidad de beneficiarse con el dolor que causa morirse. Un asesinato y su posterior publicidad benefician tanto a noticieros que buscan conmover a masas ociosas como al muerto en aumentar su fortuna una vez que pasa a mejor. ¡Un privilegio real en poder pasar a mejor vida! Ah, por cierto, los asesinos son en su mayoría cazadores de talentos. Las muertes violentas han hecho que los espíritus tengan mayor difusión mediática  ¡Se cotizan más en casos de violaciones y otros pequeños agregados del matador más demente y loquito! Obvio que hay excepciones, muchos hombres de negocios han comprado muertes de niños cuan acciones en la Bolsa. ¡Esos pobres pendejitos no tienen edad suficiente para meterse en un mundo de autos con un motor grande! ¡No señor!
Mientras hablaba no paraba de hacer ademanes, Analía tomó la palabra un momento:
-Disculpe que lo interrumpa, Sr. Riyalgo. Pero lo que me ha estado contando hasta ahora ya lo sabía. Sé muy bien que los noticieros se pelean por mostrar muertes y llevar muchos casos a términos exagerados. No responde mucho a mi pregunta sobre...
-¡Ay, ya! ¡Sos muy impaciente!- Decía Shimmy de una manera más histérica de lo normal. -¡Ya voy a llegar a eso! Y me voy a tomar también la molestia de corregirte: los noticieros no se pelean por mostrar una muerte. Hay códigos, por más asquerosos que nos resulten a todos. Nosotros primero tenemos que aprobarlo, después damos vía libre para elegir las muertes más notorias. Entre ellos eligen que información van a mostrar, por supuesto que se llega a tergiversar todo eso, pero resulta conveniente para rellenar y que no todos digan lo mismo. Siempre hay mucha variedad. Pero hay tantos casos de mujeres golpeadas que no podemos hacer nada al respecto salvo elegir a la mejor modelo. Una quemada siempre es más tentadora. Pero como ya dije, hay tantas trampas, un ricachón cuanto más mediatico y expuesto estuviese en vida será un mejor producto. ¡Ante una celebridad es un deber tratar de hacerse con los derechos de difusión! ¿Sabes lo que se gana con todas sus obras? Todas las películas de los actores de renombre... Discografías enteras de numerosos músicos... Libros completos... En el mero hecho de rescatar a un muerto del olvido puede subir por un momento su valor. Nosotros no tenemos estrictamente derechos sobre sus obras, sino que al ser de alguien muerto siempre sacamos beneficios en sus biografías, obras póstumas  homenajes, películas estúpidas sobre sus historias estúpidas, documentales, etc. Ah, ¡la cantidad de personas que han muerto en su auge, en su punto de mayor creatividad nos ha enriquecido de formas colosales! No ha importado cuantas emociones sean capaces de darnos, cuantos sean sus ideales artísticos, lo debés saber muy bien, solo funcionan como aparatos de entretenimiento. Nada más, ni nada menos. Y lo siguen siendo. Es seguro que miles ya han caído en el olvido y aquellos de culto sólo le interesen a unos pocos. ¡Ay! ¡Ya nadie se acuerda de los negros jazzeros! Pero seguimos teniendo a nuestros favoritos, esos que mueren a los 27 años, esos que mueren entre excesos; asesinados por fanáticos, por su depresión, por enfermedad; a esos les debemos nuestras mayores riquezas. Oh, y a sus fanáticos también, a esos ignorantes que los desconocen en vida y los realzan cuando ya no están, oh, ¡que ignorantes que son! Y para no aburrirte con mi parla, Analía... ¡Adivina adivinador! ¿Sabes cuantos de estos artistas pelotudos han obtenido beneficios al morir o que incluso han pasado por acá?
-No tengo idea...
-Es la respuesta más obvia: Ninguno.
-Ay, ay, Analía... La vida siempre nos trae sorpresas...- Decía Riyalgo, quejándose.
-No quiero sonar mal... pero usted ha descuidado un poco sus formas... ¿No está sonando ahora un poco grosero ante las muertes de ciertas personas?
Esas palabras le pesaban, era grosero, y no podía disimular mucho más su descontento con Analía, esa joven flaca, de piel morena y que en su visión era tan atrevida. Ella sabía que no podía entrometerse tanto, que ese hombre se iría por las ramas al enumerar sus mafias internas. Pero por ahora solo podía dejarlo hablar, que él mismo se llenase su boca y se regocije.
-¡Disculpame! ¡A veces me emociono tanto cuando hablo! ¡Y eso que he hablado de estas cosas infinidad de veces! ¡He recitado en numerosos idiomas estas palabras! Oh, tantos años... Bien, creo que te he nombrado a que a unos cuantos niños. Violados, asesinados y/o desaparecidos; han sido capaces de conmover, movilizar y concientizar. ¡Espera! ¿Dije concientizar? Bueno, en realidad no se exactamente que cosas pueden concientizar, pero según sus padres crueles y aprovechados concientizan sobre la inseguridad, o una cosa así al hacer numerosas marchas. Aunque un ladrón que mata nos beneficia. Da lo mismo. Ante la prolongación de la busqueda de un desaparecido podemos mantener por un tiempito más a esos casos. Un adulto no es gran cosa, los nenes son lo mejor. ¡Pero es tedioso cuando una patética nena está en pantalla, en los diarios de tirada nacional y en vozarrones radiales por más de un mes! Pero bueno... así es el marketing. A veces se ponen de moda las muertes de ancianos golpeados y es lógico que haya  una mayor demanda. Otra cosa que se han tenido en cuenta son las guerras y las masacres. El suicidio colectivo de Jonestown fue especial, no era una
guerra y pero aun así eran muchos cadáveres. En ese caso no se podía tomar cada muerte en forma individual. Eran aproximadamente unos mil y los empresarios los agarraban por decena. ¡Y por centena inclusive! Es para evitar un exceso de socios, era mejor dejarlos pasar y sin que ellos se den cuenta. Por desgracia se tiene presente que es mejor obrar por nuestros propios bienes. Lo mismo podemos decir de esas torres que se cayeron hace tiempo... Y de las innumerables guerras, en donde corporaciones enteras se llevan en un día millones de muertes, millones en muertes. ¡Ah! ¡Resulta tan triste! ¡Todas esas historias perdidas y no podemos hacer nada! Apenas unas pocas, mientras otras quedan sepultadas para siempre. ¿Nunca te preguntaste cuantas hemos perdido entre dictaduras, genocidios y guerras? Oh, tanta guita derrochada... Y otras perdidas al estar imposibilitados de mostrar algunos crímenes, muchos gobiernos sobornan ante algunos "fallecimientos" de los cuales es mejor no hablar. De eso sólo me puedo callar, soy un hombre que mantiene palabra aún con esos inescrupulosos...
-Yo me concientizo de que si vendo mi muerte puedo sacar partido de la situación... ¿Pero usted no cree que intervenir en el transcurso normal de las almas sea capaz de afectar las brechas entre todos los mundos?
-No pasó nada groso hasta ahora, y si llega a suceder ¿Qué hay con eso? Siempre se puede sacar provecho de otros seres espirituales. Sea cual sea la moneda que nos dejen. Por eso, ¿Qué puede preocupar?
Había pasado casi una hora, la pizza estaba fría, el vaso de agua ya tenía una temperatura ambiente. Analía seguía sin saber porque no era tomada en este lugar, y al parecer, ni siquiera como asociada podría entrar. No quería agotar su tiempo y precisaba ser frontal:
-Lo único que me preocupa es que todavía usted no haya tocado el asunto que me compromete... Todavía no ha dado la razón por la cual no pueda trabajar acá.
-¡Dios! Como me engancho hablando... Y encima me jode tener que hablar con otras quinientas personas más... Bueno, voy a ser breve con lo que ya te iba contando, voy a enganchar tu tema sobre eso mismo y listo. ¿Qué te parece? ¿Algo más para reclamar, querida?
-Lo que usted diga, continue...
-¡Uf! Bueno, creo que vos ya sabes que no todos los noticieros pueden mostrar imágenes demasiado sangrientas. Por un lado están los sensacionalistas y más amarillistas que buscan justamente eso, pero esos tienen el problema de no tener tanta difusión a veces, no mucho rating... Por el otro están los que si tienen un número muy considerable y consistente de seguidores. Muchos de estos todavía no se animan a mostrar imágenes cruentas. ¡Se habla pero no se muestra! ¡Y acordate que no podemos manejar Internet! Ahí no se tiene limites con todo eso, pero se cobran miserias... Y entre tantos fiambres que hay, se pierden los nombres y sólo por una visita no se puede vivir... Es la muerte en un estado casi de prostitución. En donde el suicidio de un hombre solo vale por la cantidad de veces que vieron sus imágenes o su video. El problema del suicidio, aparte de conseguir que uno sea "un héroe , sólo lleva a que uno mismo se exprima y desperdicie todos los beneficios de una muerte bien adquirida. No es que vas a parar a ningún lugar malo como siempre dicen, nada que ver. Pero le estarían ocupando un espacio que podría obtener alguien que esperó pacientemente a la muerte. Ni en una muerte accidental un idiota está salvo de eso. Sabemos que algunos no soportán y se pegan un tiro, pero hay que ser paciente en la vida... ¡Y en la muerte también! No podemos hacer distinciones en cada uno. Salvo que las muertes "concienticen" con la ayuda de familiares o conocidos, algunos han podido salvarse un poco. Hacer ver a los idiotas que está mal drogarse, acosar gente, o de lo que sea; por más que estos familiares no lo sepan, el suicida es ayudado por ellos a no caer en un olvido prematuro. Algo que puedan sacarnos... si, aunque sea muy poco. Respecto a tu caso... No creo que seas la mejor candidata siquiera para estar acá, ninguna hazaña insólita salvo cortes alevosos... No sos la mejor modelo para poner la cara en algún medio, no ante otras postulantes... Aparte mirá el día en que estamos, te suicidaste el jueves... ¿Cierto? Hoy es domingo, hoy nadie le presta atención a las noticias, ya es medio tarde... ¡Y te digo que apenas te mencionaron en los medios! Apenas una nota en unos diarios de tu provincia. Solo eso. Eras sana, no te acosaba nadie, hay hasta huérfanos que consiguen más, pero es por pura suerte. No es tu caso. Vos no tenías ningún problema, ninguno. Aún así te mataste. ¿De que mierda van a "concientizar" tus viejos? ¿O vos consideraste que ellos podrían mantenerse en silencio y continuar con sus vidas? Analía Gutiérrez quedó muda.
Fue un mal procedimiento, una mala coincidencia es que hasta saber de la existencia del lugar fue algo apresurado. No era una fortuna deseada, una que si esperaba. Lo que hizo no fue una locura, no tenía nada de eso. Fue una estupidez, una completa estupidez que se le ocurre a los jovenes con tal de obtener lo fácil y rápido. Ahora pensaba en algo para no poder resignarse, no estaba desesperada, sino exaltada. Indignada con toda esta empresa respondió:
-Esto es un atropello... ¿Qué iba a saber de sus reglas internas? ¿Qué iba a saber de todo esto?
-No hay más que hablar Señorita Gutiérrez. Ya he visto esta escena millones de veces, millones de reclamos. ¡Igualitos!
-No cambia las cosas... no cambia la gran indiferencia que presenta uno al morir... Hasta que uno se golpea con esto, el ser seleccionados: todos los destinos de cada uno. Hasta que se nos paga una vida en metálico... Si es por esto hubiese preferido ir a cualquier lado. Esto está muy mal. ¿Adonde voy a ir ahora? ¿De qué me sirven unos pocos papeles?
-¡Ay, negrita! ¡No te preocupes! Aquellos que se han exprimido a si mismos siempre se les ha ocurrido algo, tal vez puedas ayudar a otros a llegar acá...
-¿Cómo?
Sin mediar más palabras, sin tener en cuenta qué poder se puede ganar en el más allá. Shimmy Riyalgo con un movimiento de su mano desvaneció a Analía. Se esfumó del lugar turquesa hacia la nada misma.
-¡Jum! ¡Y ahora se enfrió todo!- Rezongaba el acaudalado señor de traje turquesa -¡Teodorita! ¡Que venga el que sigue!- Y continuó con su ardua tarea. Esa que se puede deducir que es la de un empleado cualquiera. Obviamente, él era un simple seleccionador.
Analía pudo haber terminado del lado de esos espectros que guían a otros hasta el camino que lleva al bloque turquesa. Ese edificio gigante del cual no muchos pueden estar satisfechos. Y esos espectros sólo pueden dedicarse a afirmar y denegar rumores. Pero nada más que a otros les sirva. Ningún ser puede prestarles atención. Estaba varada en el vacío. Y en el mundo real sus padres tuvieron mucha reserva ante su suicidio. De la poca ganancia que pudo haber sacado Analía Gutiérrez fue de Internet. Pero nada más, no llegó a ser difundida masivamente como Nikki Catsouras o "Tres chicos y un martillo". Sólo se habían encontrado fotos de sus flagelos antes de morir y otras de su autopsia en una página rusa. Los jóvenes dueños de esa página celebraron, habían llegado al número de 5.000 visitas ese mes.

Mauro Varela

lunes, 11 de marzo de 2013

Sarcófagos en combustión (Cadáveres 6#-10#)


Lo importante no es que comprendas, si no que vueles. (Numerado del 1 al 5 para más comodidad)

1) Todos tenemos hogar (Cadáver 6#)
1- Yo no quería volver a casa.

2) Ser la ceniza que alguna vez fue el negro Sol (Cadáver 7#)
2- Siempre es domingo en esta ciudad.

1) No quiero estar nunca más atado a mi pasado, yo quiero ser el ahora y el después, pero no el antes.

2) Algún día llegará, lo sé, ese día no tendrá nombre y arrebatará al domingo su tristeza asquerosa y a los sábados su libertad.

1) Los recuerdos son cajas polvorientas llenas de viejas arañas perfumadas de humedad.

1) Ya nada queda en las memorias, estoy acá para decirte que como no hay nada detrás de mí, puede haber lo que quieras, incluso nada.

1) Con un bisturí abrí el silencio, ¿sabés de que están hechas su entrañas? me preguntaba lo mismo, entonces lo abrí para curiosear, y en él vi mi vida entera. Mi vida eran sus órganos. ¿Entendés? Mi vida. Todo lo que había sido estaba moviéndose ahí dentro.

3) Yo manejo a la desgracia blindada (Cadáver 8#)
3- Baje las escaleras, aún había sabor a sangre en mi boca.

2) Mientras tanto seguiré buscando en las calles un rostro que se parezca al de Pierrot, el payaso.
3) Y aún en mi sangre mi indecencia se seguía coagulando, que escalera interminable...

4) La puerta de Tannhäuser (Cadáver 9#)
4- Te di el número de teléfono de mis angustias, perdona si siempre está ocupada la línea. También te di la dirección de mi antigua casa (ahí es donde guardo mis pies y mi fe), por si alguna vez querés salir a pasear.

5) Presas de la onda de vapor (Cadáver 10#)
5- Cuanta nada llevamos en la lengua hoy. Cuanto abrigo mezquino vemos en otros cuerpos, tanto arropamiento que se burla de nuestra piel.

1) Se vuelve masa viscosa, soy el que va a dejar ese rastro interminable, va a quedar por un millar de caminos, al silencio ancestral lo haremos cemento.

1) Fantasma que en el azur escondés tu existencia, guardaremos tu maldita lengua tubular en el mismo lugar donde la estrella del sur esconde su mierda.

4) ¿Nos cruzaremos algún día fuera de los nervios, la fiebre y la irritación? Retrospectiva, seremos lo que siempre fuimos al salir por ahí y mirar a la gente aplastada, con todas experiencias que nos quedan por contar (gran medicina contra la rutina, y vos, y yo, y las salidas de antes y después).

2) Los días, leyendas que cuentan estas vidas instantáneas, por fin se posan sobre mí, esperando por tantas cosas y me gritan:

5) Idiota, el ciudadano promedio sigue tartamudeando entre todas sus acciones, como si tratase de buscar una palabra para lo que siente o lo que quiere vivir, no sabrá ni sabremos como sentir cosas benévolas.

4) Tengo tantas ganas de verte, pero también tengo ganas de sentir por un rato tu ausencia, para saber que tanto puedo temblar estando separado de tu cuerpo.
Aunque en momentos escurridizos y mágicos como este, me gustaría ser solo ruido, como el que produce el agua de una fuente casi imperceptible por la calina. O sea, quiero sentir nuestras existencias pero también quiero dudar de mí, de vos, del mundo. ¿Somos solo un par de manos llenas de piedras y pasto agitándose?

1) Vaguedad, el futuro ya me ha puesto a correr. Sin sentido, me repito a cada rato lo que voy a hacer con todo lo demás. Irremediable, los dos lados me van a liquidar. ¿Quién sabe si esos hermanos sin ningún cuerpo son iguales y están apoyados?

2) "Sé el candil y sé la mano."

3) Cuando menos lo esperas te encontrás con un gato albino que te susurra tu nombre en su lenguaje gatuno y te recuerda lo triste que son los rieles cuando nadie los cruza.

5) Yo veo sus almitas hambrientas como arañas diminutas que atrapan a su presa, pero no para comerla, sino para inocularle su habilidad de construir telaraña, pero a una escala frenéticamente mayor. Nosotros, como moscas locas y apuradas, dispersamos la red sin saber que a medida que volamos vamos transformando en catacumbas los lugares en los que hemos estado.

1) En mis sueños los que se disipan con el alba somos nosotros, el pueblo. La tiniebla apenas puede sostener esos dientes negros, solo la mano firme del Papa podría sostener tan pestilente dentadura.

4) Te quería preguntar: ¿vos ya te cansaste como yo? Hay que repensar, repensar y repensar. Oh, y pensar que solo necesitamos un paso, una brecha, una periferia para encontrarnos entre los misterios y que eso mismo nos valga todo lo que somos.

3) Descender hasta los pisos oscuros, cada vez con un olor más podrido, pero no repulsivo, todo lo contrario. Y cada tantos más gatos, viles alimañas que recuerdan cada falla entre mi nombre repetido sin paz y relacionado hasta en la madera; pronto parece que me hará caer en el vacío. Bien abajo, en las celdas de arena más sucia que pueden tener los gatos para los que se sienten miserables.

4) El desentendimiento que transitamos servirá para aprender a fabricar mejores hilos que puedan sostener el yo.

2) Los días se vuelven más fantoches, Sábado, el galvanista, dicta cuando soltar las cuerdas para imitar a lo festivo, pero siempre con una mano arriba, para que con toda su fuerza haga de nosotros sus ovejas tristes.

1) "Firmeza". "Firme". Sacándole jugo a lo que somos en los sueños (¿Firmes? ¡Firmes!) Ya estoy tan lejos que ya no hay una casa para mí. Ya hay sueños, mira a mis sueños, arquitecturas oníricas, siendo el nuevo simulacro de vivir.

2) Sumergiré el ojo de mi esencia en las aguas amargas de la rutina. Aprenderé los caminos para luego saber por dónde debo huir.

5) Pronto seremos seres que irán y vendrán, otros por ahí, otros por allá, como dodos idiotas, dodos destructivos, tal vez tengamos suerte y lleguemos a una extinción. Una peor que morir: andar sin alma entre tantas aves sin cabeza.

5) Usaremos trajes de smog y blandiremos bellos parpados cansados para enfrentar los dientes apurados del Sol. Y las agonizantes manchas de café en el alma, se borrarán cuando tu sonrisa golpeé fuerte en mi cabeza. Cristales de la infancia, cristales que debés reducir a polvo.

2) Sábado es Domingo, Miércoles es Domingo, Viernes es Domingo, pero el día nuevo no sale y no creo que ande vivo cuando venga por aquí. El día sin nombre no viene y la esperanza de los días seguirá atormentando.

3) Yo camino porque soy un cobarde, y no me sirve cubrir mi humanidad bajo una sábana absurda y fingir que duermo, fingir que soy uno de ellos. No me bastan ocho horas de muerte. Lo que veo dentro de los sueños es apenas el polvo que recubre la superficie de mis recuerdo. Es la misma película que se reproduce una y otra vez, una película de noventa mil horas, una película que una vez estando muerto entenderás.

4) Reafirmarse en una pasada para salir de este abismo, que ya no sirve la lluvia para regar nuestras vidas si no giramos a mirar las perspectivas, miralas a todas, miralas como siempre habíamos mirado en otro tiempo, en ellas te voy a mirar todas las veces a vos, y vos me vas a mirar todas las veces a mí, todas las veces nos miraremos de diferentes formas. Hasta desconocer incluso si nuestros ojos han mirado, y es que por fin volveremos a ser ciegos en la angustia.

Maximiliano Olivera y Mauro Varela
11/03/2013

jueves, 28 de febrero de 2013

Isaïe Hamtaahk


El faztidiozo zonido de loz perroz maullando.
Eztúpido Izaíaz, eztúpido odiador del zol y del día.
Eztúpido, él, que amaba laz nochez zin eztrellaz.
Zambullete en tu caza gruñiendole a laz inequidadez y loz zonidoz de afuera.
Recueztate en tu cama a olvidar tuz problemaz, loz auricularez te chuparán el zerebro, no te loz quitez.
Manda dezde tu inconzienzia unaz ondaz zonoraz que deztruyan el zol en mil pedazoz, que caigan hazia loz imbezilez de laz callez.
Dezde laz zombraz vengo caminando, cazi drogado por el aroma de un perfume que jamáz nadie uzó. No eczizte direczión fija hazia donde ir, ezcapo del alba, laz luzez me enzeguezen y en loz cuadroz de tu pared no hay imágenez, quizáz ezcapar no fue la mejor opzión. ¿Qué debo hazer? Ver Marley.
¿Entonzez qué zoy ziendo Izaíaz? Ziendo acorralado por miz propioz zentidoz, traztabillando la dezepzión de no zer nada máz que un zoquete colgado de una zoga en zu cuarto. Ezcucho como ze cae el zol, ze quiebra e inzendia a todoz loz que eztán del otro lado del mundo. Gang bang zolar por todoz loz orifizioz de loz cuerpoz terrestrez.
Loz poroz de mi piel ezcupen la inmenzidad del univerzo, y el fulgor de la mañana haze que miz ojoz ze marchiten.

Lucas Miranda y Mauro Varela
28/02/13
20:45hs

lunes, 18 de febrero de 2013

Necrosa Trinidad (Cadáveres 3#-5#)


A) Limboniñonírico(Cadáver 3#)
Y al estar sentado allí, bajo el hierro caliente del silencio, notó la ausencia del sol.

B) Burrete de pus goteando (Cadáver 4#)
Entonces el gordo del prado chocó a un burro y este voló por los aires.

A) Ante mi desolación apareció un niño prodigio, creador de aderezos infantiles.

C) Bukkake en gravedad cero (Cadáver 5#)
Orquídeas ululando a las 6:45.

B) Parecía un pájaro endemoniado de unos 120 kilos. Pensó que tal vez debería dejarlo tirado allí, pues el baúl de su Ford estaba atiborrado de fetos de búfalo.

A) Me invitó a reír con sus delicadas artesanías.

C) La flores y la mañana encienden una nueva densidad (la felicidad).

B) Pensar en la carne del burro mutilado. Pensar en el brillo que nos deja en el pelo y en la piel; su sabor, olor y la masticación. Suficiente para que el gordo aproveche.

C) Las azules manos del cielo tejen luces nuevas para vestir a éste bello día.

A) Sus baratijas excéntricas poseían grandes usos y nombres inolvidables, me dijo que venían de Yugoslavia: Sahumerios con olor a velas, duendes deformes de arcilla, piedras preciosas como la Jamtakdorita, el Rubostaquio y la Tim Tim Womb Omega.

B) Y con todo el cuero cubrirá los pastizales estériles de su pubis.

C) Que no teman los seres que comen lo que da el Día, pronto les dará sus dosis.

A) Yo solo disponía dinero para el viaje de regreso a casa, y tal vez algo para tirarle a las malditas palomas.

C) Abran sus poros como bocas de hipopótamos hambrientos, para dejar entrar todo el polen, la sangre del aire.

B) Había sangre para embadurnarse y correr por todo el pueblo, iba a ser la jugarreta del siglo.

A) El joven maestro tenía las mejores intenciones, si no podía venderme algo entonces jugaríamos a algo. Me daría algo fabuloso si yo ganaba.

C) Entraremos en las fauces de la mañana, todavía algunos están a tiempo de sacudirse (si quieren, o es que todavía existen los que no duermen) la quejumbrosa fatiga.

B) Y las ninfas más dulces y pulcras de este infierno serian mías. Ninfas sin herpes. Ninfas autenticas. Todas mías.

A) No podía decir que no, tal vez eso dañaría su noble y perlado corazón. Un corazón de 11 primaveras. Un corazón virginal.

B) Gloriosos onanismos reflectados en los senos de las más puras. Primero el burro, luego rajar al pueblo lleno de sangre y finalmente las ninfas. Eso o aceptar la perdición: burros lecheados y las ninfas corriendo llenas de sangre por el pueblo.

C) Así como el cactus lava sus manos desde adentro, de la misma forma nuestra sangre nos purificará.

A) El nene genio decidió jugar al juego más fácil y difícil del mundo: las escondidas. ¿Podría ser hallado o hallar un escondite? ¿Tanto? ¿Y entre campos verdes y desiertos?

C) El satélite lunar no llegará dentro de muchas horas, haced lo que se les plazca hasta recibir en la nocturnidad su retorcido resplandor.

A) Le di la espalda y cerré los ojos por 50 segundos, luego giré para volver, petrificado contemplé un yermo infinito que se extendía por todo lo que conocía como mi hogar. Era como si de la nada el blanco caos se hubiera tragado todo.

A) Escuché como un señor tosía mientras revoloteaba por el vacío. Me dijo que las escondidas del niño empezaron, este viejo me dijo que ahora emprendería su nueva empresa de ensueño. Muy adusto y de traje, decía que iba a ganar bien y conseguirse un auto importado. Me había dado cuenta que no encontraría nunca más a ese niño encantador, se jugó todo para hacer un juego sublime. Con razón esto quedó tan blanco. Si hasta escondió su imaginación que dejó tan solo a la adultez en el camino.

Maximiliano Olivera y Mauro Varela
19/02/13

Cadáveres en claustros (Cadáver 2#)


Del presagio del pavo de flemas nacerá el nuevo basilisco
Las negras habladurías ya no arañaran tu raíz
Oiremos los balbuceos de la quimera idiota
Y cantaremos de rodillas, porque así somos felices
Los devotos estarán errados, el mamut de polvo despertará de nuevo
No quisiera estar ahi cuando sus ronquidos anuncien el fin
¿Acaso nadie apagará las flamas de esas infatigables bestias?
Luna que en tu interior duerme el pus del Cosmos, acercate a nosotros y dinos:
"Aquellos que digan la verdad merecen morir, aquellos que digan la verdad vivirán para siempre"
Nuestras brillosas e inseguras almas se agrietan por tu negación
Las viejas que la habitan aplastan lo que sentimos en esos morteros lunares
Ey, los dioses no tienen adolescencia
De hecho, se regocijan mandando bichos de nauseabundos cosmos hasta el planeta, como niños
Y uno se encariña con sus crías, sin saber que mañana de viejo a uno lo enterrarán
Basilisco, infecto pelotudo, tú viandante por los intestinos planta tus huevos en los féretros
Tus repugnantes harpías no eclosionaran en nuestras tierras heladas
Serán soldados panzas blancas y se lavarán las manos
Beberán de tu nube y te robaran el sarro de tus miserias
Nunca se adaptarán a lo sereno, después de la retención de sus masas se aproximarán impertinentes
Acabando con la maleza de hierro y las mieles noctambulas de la muerte
Siento otra vez a los campos de iridio, serán revisitados por los enemigos del pavo irreal
Como un diluvio giraran sobre los patios traseros, nos despojaran de la razón
Batallas invisibles en parsimonia para las criaturas, nos arroban en una triste matriz
Hijos, detengan el miedo, no queremos más morir sobre el queso

Maximiliano Olivera y Mauro Varela
18/02/13

Cadáver de corteza verde y blanca (Cadáver 1#)


Una sandía es el corazón de una vaca
¡Oh, perra vida la de las sandías!
Solo viven para defecar en nuestras ciudades
Es el porvenir de sus jugosidades dulces
Que las aleja de la simplicidad de un cítrico
Y estos las desprecian porque las comen los negros
Solo ellos conocen el secreto de sus semillas de bronce
Ahí está la prueba de que la unión entre sandías y negros los ha fortalecido
¿Viste la sonrisa trepadora de sus flores amarillas?
Esas frutas verdes no dejan de creer en el fin del mundo
Los caballos a veces la consumen a escondidas
En algunos campos se succionan y se crían con alevosía
Mi padre dice que una sandia es un escorpión verde sin coraza
Los machacadores las revientan sin probarlas, ellos son el desperdicio
Ya no quiero ver carne abrazando a los arboles
La carne asada los domingos traga toda alternativa del verdor
En el norte permite que arrasen con todo
Reincentiven el cuerpo con ese cerebro de centro rojizo
Las horas ya no se congelaran al tocar la retina
No tienen pena, en las noches siempre van a crecer

Maximiliano Olivera y Mauro Varela
17/02/13