lunes, 10 de diciembre de 2012

Voces de la cabeza

Salí como todas las mañanas a mi caminata diaria.
Observaba con tranquilidad a la gente pasar.
Lo que pasó hoy cambió mi vida, solo fue un sonido fulminante.
Otra vez volví a casa, quedé tirado en el suelo y comenzó.
Las veces que retumbó ese grito pensé en escapar de todo.
Alrededor del mediodía comenzaron a aparecer esas voces.
Solamente estaban esas luces en mi casa desolada.
Varias de ellas pretendían que me vuelva loco para su deleite.
O tal vez, que me haga su amigo o coma a mi perro.
¿Cuál perro? Dijeron, si siempre he estado solo en mi vida.
Entonces seguí pensando en ellas y sus perversas intenciones.
Solamente pensaban en que comiese cualquier cosa.
Simplemente me levanté a complacerlas y servirles.
Ordenes de cazar, matar y engullir lo que sea.
No veía absolutamente nada para comer; y no comprendía.
De nuevo las miré, se movían impacientes por la habitación.
Entonces las voces gritaron con fuerza: “¡Las manos!”
Las mire y empecé con mis dedos, pero me faltaba algo.
Hombría y el valor necesario para destruirme a mi mismo.
Otra vez caía la noche y ellas me presionaron a hacerlo.
Mis piernas comenzaron a cortarse y empezaron a sangrar.
Bañado en sangre, las luces abrieron mi cuerpo.
Revolvieron todas mis entrañas y no dejaron nada de mí.
Entonces me elevé y me volví uno con ellas.


Mauro Varela

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