domingo, 13 de octubre de 2013

Reniega de la esperanza, reniega del más-de-lo-mismo

Si se nos permite decir algo más, esperaré siempre a que sea algo más que un recuerdo deprimente. O un alzar la cabeza esperanzada luego de una adversidad. Y acá estoy siendo esperado, muy testarudo, sin tratar un recuerdo deprimente como a ustedes se les permite y se les revelan las cosas, quisiera preguntar como es que enredan más de lo mismo, esos sentimientos escritos inyectados con su psique y escritos en serie. Sí, en serie. Cómo es que hay rasgos suicidas que a mí se me revelan tan uniformes. Porque apoyo lo individual pero remarco otra vez mi testarudez (sus "obras descarga", sus sentimientos, sus hirientes) que me agrada como una gloriosa pizza fría que se desacomoda de todos esos dolores que sienten ustedes, identificados unos con otros. Es remarcar esa serie de patrones que no me producen nada, porque ustedes son en esa curiosa agrupación, unos seres tan comunes como yo y esa testarudez mía de explicar todo rebuscadamente e inyectarla de pizza fría bien licuada (y ahí tenes mi normalismo tonto en que se desentienden las cosas) y de sensaciones de volar extraterrenamente (y ahí, caminantes del más-de-lo-mismo, se encuentra la igual de mundana y ensoñada progresión, otra que arriesgarse a alzar la cabeza sin necesidad de otra razón –osea, muchas razones– de levantar la cabeza así me duele menos el cuello y chau trances) que ustedes, seres tan emocionales se han ensimismado en no visualizar.

Me gustaría decirles que sus expresiones me aburren, pero no es posible. No es mi deber. Y es que por castigo preferiría que jamás amen sus manos. Porque una de mis preguntas que albergaba mi cabeza hace un tiempo era: "¿Es que no aman ni siquiera a sus propias manos?". Y es que no hay deber. Y si pudiesen planear todo en un sí y en un no... lo harían ley. Y no se podría decirles algo tan disonante como... A ver... ¿Como qué? ¡Millones viviendo ahora nunca morirán! ¡PERO VOS SÍ! Y es que arroparse y balbucear "p-pero mi sentir" puede más. Temen en secreto la disonancia. Y entre ustedes veo que claramente pueden sentir, pueden lograr muchas cosas, y se van a felicitar identificados con el mismo dolor en el pecho que bien puedo consentir pero jamás sentir. Porque morir es lo primero que se tiene que hacer para que todo sea tan graciosamente grácil. Claro, porque "no sabemos aún qué vamos a hacer", y es que es segurísimo mi desencajamiento, mi "ser de sobra" en esa tribulación que veo entre la especulación de lo que pueden hacer; ahí, vendiendo novelas de amor matado (tan feo y vacío como suena), lanzando sus aves tristes por los aires, construyendo sus santuarios, sus tristezas de uno solo (compartidas), un fervor por cantarle a la lluvia más de lo mismo; y congregarse, y llorando, e ignorando a esa sucia paloma que esconde secretos ancestrales. ¿O no creen en palomas de secretos ancestrales? Bueno, ahí está la dulzura que tanto carecen. Porque esa paloma se va a posar en sus plazas pétreas y encogidas, mientras entran a sus congregaciones flagelantes a empaparse de nada, esa nada mientras yo estoy recostado en un banco de una de esas plazas mezclado de indigente comiendo mi pizza fría. Entonces la paloma boba se va a posar en un árbol y yo la voy a putear porque se cagó en mi pizza fría mientras esa rata con alas arcaica se va alejando. Para después tranquilizarse y limpiarla para seguirla comiendo, y sabiendo, que de una buena vez por todas, esa paloma va a defenestrarlos con todos sus sentimientos inhóspitos y tristes. Y yo ahí escribiendo con esa pizza, con todo el fulgor de saber que esa paloma tiene más sabor. Ojalá les corten las manos.

Mauro Varela

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