domingo, 10 de julio de 2016

División Terrestre

¿Esto siempre tiene que pasar? Si lo pensamos en frío, después del exacerbo de viajar hacia una tierra incógnita, creo que fue una mala idea ir en un cascarón viviente. Un ómnibus vivaracho que es sólo un ensamble. No es un hogar o un extensión humana como el auto, ese pariente impersonal. Los colectivos no saben por qué viven, nacen con pocas cavilaciones, salvo las de su mezquino propietario; se deshacen por nada pero aún así están para partirte la boca con esas gentes hacinadas.

Contienen un desagrado voluminoso, imposible tildar de artefactos luminosos. Para llegar a mi casa, sus ventanas repiten la misma verborragia. Si no la repiten se fatigan, no pueden con nuevos panoramas. Miseria en un valle de montes y pozos. Un fotograma con la misma cadencia, gran felpa áspera y parda.

La ruta vocifera un poco cuando le cosquilleamos la tierra. Subsumida, subterránea.

Creo que la impaciencia nos tiene de llavero para estas horas. Sabe que puede abrirte las puertas hacia nosotros pero ya ves con quien te fuiste. De qué lugar te está viendo bajar entumecido. Quizás haga chasquear las llaves entre sus manos, sin maniobrarnos el temple, pero nada más. La impaciencia está muy lejos, sus brazos no emergen de su campera, flamea su impudor puertas adentro. 

Puede que le tome más tiempo a esa bestia monolítica. 
Puede que el comensal deje de serlo, el no morfar me exige padecer como los demás.  

Mogwai Earth Division

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